¡Hola, César!

Bienvenido a Escaparate Literario. Es la primera vez que hago una entrevista en esta web, así que sé tolerante conmigo.

Lo primero agradecerte que hayas accedido a concederme una entrevista ante el lanzamiento el próximo 25 de octubre del que será tu noveno libro, Todo lo mejor.

 

P: ¿Cómo se plantea alguien abandonar su carrera profesional para dedicarse a una pasión, corriendo el riesgo de equivocarse?

 

R: Fue una decisión meditada fruto de la inconsciencia porque, por aquel entonces, no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba este «negocio» ni qué implicaba dedicarse a este oficio. Dicho esto, me alegro de haber sido un auténtico ignorante porque no me arrepiento en absoluto.

 

P: Una vez leída la novela (y disfrutada), ¿cómo te decides por los espías? Ya sé que también hay una trama criminal, pero lo otro también tiene mucho peso.

 

R: En realidad los espías me eligen a mí. Quería completar la historia de uno de mis personajes favoritos (Armando Lopategui) y su pasado como agente del KGB trabajando como «asesor» de la Stasi durante los años ochenta me obligaba a ponerme la gabardina y a caminar por las peligrosas calles de un Berlín dividido.  

 

P: ¿Puedes asegurarme que después de Todo lo peor no habrá más «espías»?

 

R: Es muy probable, pero no puedo prometerte que desde que termine esa novela hasta que deje de escribir no vuelva al género. Me gusta, muy a tu pesar. 

 

P: Poco antes de leerme tu novela había terminado una dedicada también al «vampirismo». No me creí nada desde que apareció, pero en Todo lo mejor has conseguido que me involucre desde el principio. ¿Cómo lo haces?

 

R: Supongo que tiene que ver con el hecho de tejer lo que hay de real en torno a la atracción que sufren determinadas personas por la sangre, ya sea por su textura, su color, su sabor o su olor. Hay muchos casos reales que la cultura popular terminaron por convertirlos en mitos y leyendas, pero eso no quiere decir que Vlad Tepes no existiera o la condesa Bathory no asesinara a más de seiscientas jóvenes para bañarse y beber su sangre. El ser humano ya nos ha demostrado que es capaz de todo lo mejor y de todo lo peor, ya nada debería sorprendernos. 

 

P: Algo que me ha sorprendido mucho es la aparición de un policía homosexual en el Berlín de los 80. ¿Por qué? ¿Me puedes explicar cuál era la situación de este «colectivo» en esa época?

 

R: No hay un por qué, simplemente al construir el personaje me apetecía que fuera homosexual igual que con otros decido que sean heterosexuales. Es un ingrediente más de la personalidad de Otto Bauer. Contrariamente a lo que pueda pensar la gente, era en la zona Oriental de la ciudad donde se concentraban los locales de ambiente. Muchos ciudadanos de la RFA cruzaban a la RDA los fines de semana buscando satisfacer sus, digámoslo así, necesidades de ocio y entretenimiento. Berlín bullía ya en los setenta como una de las ciudades más plurales de Europa aunque es cierto que las autoridades de la RDA y la Stasi no lo pusieran muy fácil al colectivo de gays y lesbianas.

 

P: En tu trilogía Versos, Canciones y Trocitos de Carne te inspiraste en un hecho real. ¿Qué te llevó a escribir esta historia?

 

R: No sabría decirte porque ya sabes que mi estilo no contempla demasiada planificación, más bien voy construyendo el texto sobre la marcha y lo voy torturando hasta que me confiese lo que yo quiero. Ahora bien, en la trama de espionaje quería huir del clásico enfrentamiento de espionaje y contraespionaje entre la CIA y el KGB y en la de investigación criminal buscaba algo distinto sobre lo que no se hubiera escrito antes (o, por lo menos, que yo fuera consciente de ello). Meses más tarde, leyendo La Sed de Jo Nesbo me sorprendí que tratara también el asunto de la hematodixia pero, lejos de sentarme mal, me encantó porque es un tipo al que admiro como escritor. 

 

P: No me gustan los libros ambientados en la RDA, cada vez que sale la Kripo o la Stasi en alguna novela me enervo y los espías no son lo mío. ¿Cómo consigues que me haya encantado tu novela, igual que sucedió en A grandes males con Dante o con Konets siendo una distopía? ¿Dónde está el truco?

 

R: Supongo que radica en mi estilo de escritura y en construir la ficción a partir de la realidad. Si consigues que el lector empalice con alguno de los personajes tienes mucho ganado. 

 

P: Nueve libros en poco más de seis años es una locura. ¿Eres un autor muy prolífico o tenías ya libros escritos antes de lanzarte a esta aventura?

 

R: Es mi ritmo de escritura. Me levanto a horas indecentes y aporreo el teclado hasta que mi cerebro me dice que pare.

 

P: ¿En qué momento decides que los personajes de la primera trilogía necesitan más libros para contarnos sus historias?

 

R: En este caso en concreto, desde el instante en el que me veo obligado a prescindir de uno de ellos que llevo muy dentro. Han transcurrido cinco años desde entonces, pero me gusta pagar mis deudas.  

 

P: ¿Eres metódico escribiendo o, por el contrario, te sientas delante del folio cuando te encuentras inspirado?

 

R: No, soy de los que piensan que la inspiración te tiene que pillar delante del teclado. Si me llegan ideas delante de la barra de un bar es muy probable que terminen diluidas en la cerveza.

 

P: Desde que te surge la idea, ¿cuánto tiempo dura el proceso de escritura?

 

R: Depende de la complejidad de la novela. Yo he tardado desde siete meses hasta quince, y no depende de la extensión de la misma. Son muchos los factores que intervienen en esta ecuación. 

 

P: ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir? Ya sé que para ti la música no suena, late…

 

R: Escribir con un secador encendido podría considerarse una manía, sí. 

 

P: ¿Estás obsesionado con las ventas o prefieres buenas críticas, que ya sabes que, generalmente, no van de la mano?

 

R: Hace mucho tiempo que dejaron de «obsesionarme» el número de ejemplares que te dice la editorial que has vendido. La crítica me importa, por supuesto, pero me afecta poco tanto si es positiva como negativa. Yo cuento con un número de lectores suficiente como para poder dedicarme profesionalmente a este oficio, poco más puedo pedir. 

 

P: Eres un escritor muy cercano a tus lectores y, además, muy agradecido con ellos. ¿Piensas, como yo, que tus libros se venden gracias al boca oreja y que las redes sociales influyen en el éxito o no de una novela en la actualidad.

 

R: Sí, como decía antes, este volumen de lectores que se consideran #Gellidistas es mi mejor campaña de marketing y mi fuerza de ventas. Si no fuera por ellos nada de esto habría sido posible, y, créeme, no es ningún tópico. ¿Cómo no iba a estar eternamente agradecido?

 

P: Como yo, muchos, tenemos en nuestras biografías o utilizamos el hashtag de #SoyGellidista. Descríbeme lo que sientes sabiendo que tus fans somos legión.

 

R: Muy honrado. Es verdad que no sabría cuantificar el número pero sí el nivel de lealtad y esto, realmente, es lo que cuenta. Por esto y por ellos trato de ser muy honesto a la hora de escribir, porque me dolería mucho defraudarlos. Con Todo lo mejor, estoy del todo convencido de que no va a ser así y eso me hace estar muy tranquilo antes del lanzamiento.

 

P: ¿Te planteas que, por una conjunción astral, algún día pierdas el favor de los lectores?

 

R: Es una posibilidad, claro que sí, pero si esto sucede solo yo sería el responsable así que no podría culpar a nadie más que a mí. 

 

P: He sido testigo de cómo se te acercan tus lectores y te piden hacerse fotos contigo (pero no en una presentación, por la calle). He conocido a algunos colegas tuyos que se han vuelto completamente imbéciles con el éxito. En tu caso no lo veo, pero debo hacerte la pregunta: ¿crees que en tu caso podría suceder esto?

 

R: No, ya me habría pasado. Yo sigo siempre la máxima de Kipling: «Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia» y me ha funcionado. Además, yo también he asistido a comportamientos dirigidos por el ego y me han abochornado tanto que me daría de cabezazos contra una pared si algún día me veo (o me dicen) que ha actuado así. 

 

P: El 8 de noviembre publica Juan Gómez-Jurado, un autor que, como tú, también es muy cercano a los lectores y cuyos libros se venden como rosquillas. ¿Te da miedo «competir» con él?

 

R: Es verdad que Juan y yo compartimos muchos lectores, pero él juega en la Champions y yo lucho por mantenerme en primera. Al margen, estoy ansioso por tener en mis manos Reina Roja porque Juan ha sido y será uno de los autores (si no el que más) que más me inspiran. Lo considero un maestro de talla mundial en el género que más me gusta que es el thriller, y, aunque sea un ser despreciable (con cariño), lo adoro y admiro. 

 

P: A día de hoy, ¿se puede vivir de la literatura?

 

R: Pocos, muy pocos en España pueden decir que viven, mejor o peor, de vender libros. Se calcula en torno a las cien personas, lo cual es absolutamente ridículo. ¿Cuántos profesores, ingenieros, arquitectos, médicos, electricistas o fruteros hay en España? Desde luego es sintomático y un termómetro que marca la temperatura de lo que se valora la cultura en nuestro país. 

 

P: Te toca hablar de la piratería.

 

R: Es una sombra siniestra con la que debemos convivir porque siempre estará ahí. No es una cuestión de precio, es, como decía antes, de valoración. Me entristece mucho que haya personas que consideren que nuestro trabajo no vale un mísero euro. 

 

P: ¿Por qué escribes? ¿Necesitas comunicar, deseas hacerte un nombre o ganar dinero?

 

R: Básicamente porque me divierte. Y mucho. Poder vivir de ello es un privilegio que aspiro a mantener en el tiempo. 

 

P: Como escritor, ¿a quién te gustaría parecerte o con quién no te importa que te comparen?

 

R: Admiro a muchos: al mencionado Juan Gómez-Jurado, Víctor del Árbol, Dolores Redondo, Pérez-Reverte, Jo Nesbo… por citar algunos y no me importa que me comparen con quien sea que escriba con honestidad. 

 

P: ¿Me cuentas que libros tienes en tu mesilla de noche?

 

R: Ahora mismo tengo Sabotaje de Pérez-Reverte, me encanta; y aspiro a tener muy pronto Reina Roja si Juan se digna a enviármelo firmado. 

 

P: ¿Te molesta que escritores de peor calidad literaria que tú vendan más y estén mejor considerados? ¿Todo se reduce al marketing?

 

R: Para nada. Todo el dinero que entre en la industria es bienvenido y yo aplaudo el éxito de mis compañeros independientemente de cuál sea mi opinión acerca de su obra. Si venden mucho es por algo, y ese algo es lo que hay que identificar para aprender. Hay muchas personas que escriben mejor que yo que jamás tendrán la oportunidad de publicar por cómo está la industria, eso es lo dramático. 

 

P. Eres Licenciado en Historia Contemporánea: ¿te importaría contarme cuál es tu visión sobre la actualidad en nuestro país y en el mundo?

 

R: Un vodevil. El mundo se mueve por intereses que, antes o después, nos llevarán a extinguirnos como especie. No aprendemos del pasado porque no pensamos en el futuro, solo en el presente de cada uno. 

 

Muchísimas gracias, chico de Valladolid. Nos vemos el 25 en el Corte Inglés de Callao.

Gracias a ti. Un placer.

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