Reseña: Bajo tierra seca (César Pérez Gellida)

por Montse Martín
Publicada el 4 Feb, 2024

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Opinión personal

 

 

El miércoles 7 de febrero, César Pérez Gellida (más conocido como el puto amo) publica Bajo tierra seca, novela ganadora del 80.º premio Nadal. Que lo del puto amo ya no lo decimos solo los gellidistas, que también lo avala el jurado que le ha otorgado uno de los dos premios literarios más prestigiosos de este país.

 

 

He de confesaros que cuando me enteré de que no era una novela contemporánea, sino que se desarrollaba en el primer cuarto del siglo XX, me dio una pereza infinita, porque es una época que me gusta entre cero y nada. Pero me dije: «es Gellida, no puede ser muy diferente a sus novelas anteriores en cuanto a quedarse contigo y que no te enteres de por dónde va la vaina». 

 

 

Los que me conocéis de Escaparate Literario o seguís mis desvaríos en redes sociales sabéis lo que pienso de los premios que dan los dos grandes grupos editoriales de este país: que están pactados. Y a mí me parece muy bien, porque el mundo del libro no deja de ser un negocio.

 

Pero esto no es incompatible con que algunos de los libros ganadores de esos premios sean merecedores de tales galardones, como es el caso de Bajo tierra seca.

 

En mis últimas reseñas de las novelas del chico de Valladolid (aunque, claro, voy a tener que empezar a llamarlo de otra manera, que este año cumple medio siglo; y menudo regalazo anticipado le ha caído al colega), haciendo símiles con el tenis hablaba de punto, juego, set y partido, pero en este caso ha ganado un Gran Slam y ha entrado por la puerta grande en la historia de la Literatura, porque ganar el Nadal (para mí, como ya he adelantado, el más prestigioso de todos los que se dan en España en cuanto a calidad literaria) no es moco de pavo.

 

Todo este rollo viene a que os voy a intentar demostrar que un premio de este calibre no está reñido con tener o no calidad literaria (y a Bajo tierra seca le sobra, igual que le sobran los motivos para convertirse en un megaseller) y por qué tenéis que sacudiros los prejuicios y leer sí, sí o sí este novelón.

 

A finales de 2020, Gellida publicó un artículo en Zenda en el que mencionaba los ingredientes, según él, para una buena novela. A saber: «crear una trama robusta, interpretar personajes potentes, engañar al lector y moverme con soltura por el escenario».

 

Además, en su discurso de recepción del premio que nos ocupa, dijo que «Bajo tierra seca es una novela que ha viajado durante años conmigo, en mi cabeza, y que quería afrontar en el momento en que me sintiera en la madurez del oficio».

 

Voy a intentar desgranar los diversos aspectos de estas aseveraciones para saber si lo que dijo en su momento es cierto y él lo cumple:

 

  • Trama robusta. La trama de Bajo tierra seca arranca con la detención de un sospechoso por el incendio de una hacienda, y durante su interrogatorio vamos enterándonos de todo lo que sucedió en los dos años y medio anteriores para haber llegado al punto en el que nos encontramos. ¿Robusta? Muchísimo. 

 

 

  • Interpretar personajes potentes. Creo que ninguna de las anteriores novelas (a lo mejor Konets y Khimera, pero no podría garantizarlo) tiene tanto personaje principal como esta. Obviamente, la protagonista es Antonia Monterroso, porque toda la trama gira en torno a ella y a su plan, pero hay muchísimos más que están a su altura en cuanto a importancia. ¿Potentes? Potentísimos todos, porque todos están dibujados con el mismo esmero, da igual que protagonicen tres escenas que un montón de capítulos.

 

 

  • Engañar al lector. «Esto (lo de engañarnos, digo) lo ha hecho desde su primera novela. Hacernos dudar hasta de la duda es una de las señas de identidad del autor. Aunque nos engaña sin «engaño» (no usa trucos como muchos para que las piezas terminen encajando) y, cuando queremos darnos cuenta, ahí estaba todo lo que no habíamos visto». En este caso, la intriga se sustenta en saber si la Viuda ha sobrevivido y cómo ha sido capaz de urdir un plan tan maquiavélico. ¿Me ha engañado? Por supuestísimo que sí.

 

 

  • Moverse con soltura por el escenario. En Bajo tierra seca, Gellida nos traslada a la Extremadura de 1917 (que, como canta el gran Robe Iniesta, «Hizo el mundo en siete días, Extremaydura al octavo»), concretamente a varios pueblos de Badajoz, aunque también nos damos un garbeo por Sevilla. «España rural, mucha pobreza, latifundios, caciquismo y hambre. Mucha hambre». ¿Ha conseguido que yo me sumerja en la historia y acompañe a los personajes en sus periplos? A la perfección.

 

 

¿Hay más madurez que en sus novelas anteriores? La respuesta es sí, y sin dudarlo ni un solo instante. Y no solo es la más madura, también es la más tarantiniana de las novelas de Gellida en cuanto a su trama y a sus personajes. 

 

 

Ambientada en varios pueblos de la provincia de Badajoz en el año 1917 (aunque también tenemos capítulos que se desarrollan en los años inmediatamente anteriores), siguiendo un hilo cronológico discontinuo y con una temporalización anacrónica con continuos saltos temporales hacia delante y hacia atrás, Bajo tierra seca está estructurada en capítulos titulados, debidamente datados y georreferenciados, que se subdividen a su vez en escenas.

 

La historia comienza con el incendio de la hacienda Monterroso y la detención del capataz por la desaparición de su dueña. Entonces, el teniente de la Guardia Civil de la comandancia de Almendralejo, Martín Gallardo, acompañado del sargento Darío Pacheco, se traslada a Zafra para proseguir con el interrogatorio de Jacinto Padilla.

 

Gallardo ve de inmediato que algo no cuadra, que hay demasiadas incongruencias, y el relato que irá desgranando Padilla sobre su jefa y amante le revelará a Martín Gallardo un plan maestro perfectamente orquestado por la mente de una mujer a la que todos creen conocer, pero ninguno conoce.

 

Bajo tierra seca es la historia de Antonia Monterroso, una mujer que, cual Atila, arrasó de fuego y sangre la vida de todos los que tuvieron la mala fortuna de cruzarse con ella. 

 

Vamos al lío, que es a lo que hemos venido:

 

 

¿Qué me ha gustado?

 

 

  • Tengo que comenzar por la cubierta que, al fin y al cabo, es lo primero en lo que nos fijamos. He echado de menos los «portadones» de Chevi de Frutos, pero en esta, como en las anteriores (aunque aquí se rompa la línea a la que estábamos acostumbrados) los elementos están bien integrados con la historia. 

 

 

  • La historia, como bien nos cuenta el autor al final de la novela, está basada en un hecho real. Mi consejo es que no leáis la nota ni os pongáis a googlear hasta que terminéis la novela, porque os podéis perder el factor sorpresa.

 

 

  • El título es la mitad de un frase (que bien podría ser un refrán) que dice uno de los personajes de la novela. Y que viene al pelo y que ni pintado con lo que se desarrolla en el interior.

 

 

  • El «fuego, sangre y barro» que es el gancho de la novela. El fuego del incendio con el que se desencadena la trama, la sangre de la que está salpicada toda la novela y el barro en el que se desarrolla la penúltima escena de Bajo tierra seca, que ni Quentin la hubiese filmado mejor. ¡Qué poderío, oigan! 

 

 

  • Los títulos de los capítulos son impactantes y nos introducen y anticipan las escenas que se van a desarrollar en cada uno de ellos. En algunos casos, incluso son frases que dicen algunos de los personajes o que utiliza el propio narrador, o la mitad de un refrán.

 

 

  • Descubrir por qué presentó la novela al premio con el título «Orquídeas negras», que, por cierto, me gusta también mucho (más cuando he descubierto el motivo).

 

 

  • La novela se estructura, como ya he mencionado, en capítulos titulados subdivididos en escenas. Apoyándose en un hilo cronológico discontinuo, el autor va alternando capítulos presentes con otros en el que se nos cuenta el pasado de la protagonista para que consigamos entender cómo hemos llegado a la situación en la que nos encontramos en la actualidad.

 

 

  • Además, por si esto fuera poco, muchas escenas del presente quedan rotas por flashbacks de los personajes, retrospectivas que nos permiten conocerlos más en profundidad.

 

 

  • Estos constantes saltos temporales posibilitan que la trama sea muy compleja, porque podríamos considerar que está formada por varias subtramas, cada una protagonizada por un personaje que tiene algo pendiente con Antonia. Todas tienen relación entre sí por ese punto en común y están muy bien imbricadas unas con otras.

 

 

  • Los giros narrativos no son muchos, pero están muy bien colocados y sin trampa ni cartón. La mayoría me los he tragado como la reina que soy. Y con cada uno de ellos he tenido que reevaluar las diferentes hipótesis que barajaba.

 

 

  • La tensión muy bien mantenida durante toda la novela y va in crescendo conforme avanzamos con la lectura. Porque no es solo saber si la Monterroso está viva o no, es tratar de solucionar todos los interrogantes que se han ido abriendo desde el principio.

 

 

  • El ritmo es ágil por el continuo cambio de escenarios y de personajes, y porque en lugar de ir despejando incógnitas, conforme avanzamos cada vez salen más, y nosotros vamos pasando páginas sin parar porque solo queremos resolver la ecuación. 

 

 

  • Utiliza un narrador cuasi omnisciente en tercera persona, que va cambiando el foco de un personaje  a otro como Gellida suele hacer. El manejo de esta alternancia es magistral, porque cada uno de esos personajes tiene una voz narrativa propia y muy bien definida.

 

 

  • Aunque os despiste la época en la que se desarrolla, las características del autor son claras y contundentes. Desde el primer párrafo identificamos el estilo Gellida, que, como él mismo define, es una forma de escribir, muy audiovisual, con escenas cortas, sin apenas transición, una sucesión de acontecimientos, con violencia, sexo, acción.. O sea, el  sadismo puro y duro de toda la vida: mucha sangre, muchos muertos, asesinatos descritos con el realismo y la crudeza necesarios… En fin, una orgía de emociones de todo tipo.

 

 

  • Los personajes de esta novela (que es casi una novela coral porque en ella casi todos tienen, como ya he anticipado, la misma importancia y no puede prescindirse de ninguno porque nos perderíamos una parte de ese mundo de barro, sangre y barro que ha creado el autor) están magníficamente caracterizados, tanto física como psicológicamente.
    • Antonia Monterroso (la Viuda) es, como diríamos ahora, un pibonazo. Las  mujeres  la detestan por ser tan exuberante, tan libre y tan segura de sí misma, pero los hombres caen en su tela de araña en cuanto la ven. Políglota, aficionada a la lectura y culta; ella, por el contrario, odia a los hombres y los utiliza como marionetas, como títeres sin hilos, para llevar a cabo su propósito. Porque Antonia Monterroso no es mala, solo es ambiciosa. El problema es que para conseguir lo que desea tiene que llevarse por delante a todo el que intente frustrar sus planes. Pero eso, queridas, son solo daños colaterales. Y en el amor, en la guerra y en la cabeza de la Viuda todo vale. Antonia ha convertido la manipulación en un arte. Pero, incluso con todas estas «virtudes» que la adornan, cuando he leído escenas en las que se describe lo que le han hecho algunos tiparracos (vamos, las veces que ha sido abusada o agredida sexualmente), he conseguido ponerme en su lugar y entenderla. Como personaje, la Monterroso es, como poco, fascinante.
    • Jacinto Padilla, el capataz de la hacienda Monterroso y su amante. Besa el suelo que pisa Antonia y no le importa vender su alma al diablo con tal de satisfacerla (y no solo sexualmente, porque Padilla no está solamente encoñado, está enamorado). Gracias a él conocemos gran parte de los últimos años de la Viuda.
    • Martín Gallardo, teniente de la Guardia Civil de la comandancia de Almendralejo, que se traslada a Zafra para investigar el incendio y la desaparición de Antonia. Exmilitar, su paso por la guerra de Filipinas convirtió su vida en un infierno y le provocó una adicción que cada vez le resulta más difícil ocultar y controlar. Fiel a su caballo Alarico, su sentido del deber está por encima de todo. Estricto cumplidor de las normas de la Guardia Civil, solo se permite saltárselas por un motivo: las injusticias cometidas contra las mujeres. Sus exabruptos («me cago en mi condenada existencia», por ejemplo) me han recordado mucho a Sancho.
    • Benito Yáñez, cabo mayor, jefe del puesto de Zafra, un tipo sin escrúpulos, cortito de entendederas y un corrupto a sueldo del mejor postor.
    • Sebastián Costa es un investigador privado que, casualmente, luchó con Gallardo en Filipinas, aunque llevan quince años sin verse. Pero vivieron juntos en el infierno y eso es algo que nunca se olvida.
    • Ramón Acevedo, contrabandista y proxeneta, es otro de los que tiene cuentas pendientes con Antonia. Y es el tipejo que más asco me ha dado de toda la novela (y hay candidatos a espuertas).
    • Rosario es una joven madre soltera que se ha visto abocada a la prostitución para poder saldar la deuda que contrajo el padre de su hijo con el HDLRC de Ramón Acevedo. Es, junto con su tía Menchu, el único personaje sin malicia de toda la novela.

 

 

  • En el caso de Bajo tierra seca suceden un par de cosas bastante curiosas y peculiares: excepto Rosario, ninguno de los personajes se salva. Voy a ver si consigo explicarme: cuando empezaba a empatizar con alguno de ellos y a posicionarme de su parte, hacía o decía algo que me provocaba un rechazo absoluto; todos los personajes son muy grises, las sombras predominan sobre las luces en su personalidad, y es bastante complicado cogerles cariño. La otra, que no es solo una novela de trama, es también una novela de personajes por la gran complejidad psicológica de la que César los ha dotado.

 

 

  • La ambientación es sobresaliente, para mi gusto la mejor de todas sus novelas. En cuanto al contexto histórico, vivimos los inicios de la mal llamada «gripe española» (descripciones de cómo se amontonan los cadáveres por poner solo un ejemplo), la Primera Guerra Mundial (por ella terminó Antonia en Extremadura), la debilidad de los gobiernos en España, la diferencia entre la oligarquía dueña de latifundios y los pobres que tienen que trabajar esa tierra (la España que pasa hambre frente a otra que tiene el dinero por castigo, unos pocos acaparándolo todo y el resto dejándose el sudor de su frente para recoger las pocas migajas que sobran), que Gallardo resume en una frase para enmarcar: «hambre pasan los pobres, pero en este país… los ricos cada vez son más ricos». Pero si algo sobresale por encima de todo, es cómo vivimos esa otra «hambre» de Gallardo, su paso por un campo de prisioneros de Filipinas, y el polvo y la pobreza, que se pueden masticar y nos ahogan.

 

 

  • El desenlace es escandalosamente bueno, en alguna de las subtramas puritita justicia poética. Porque cuando tenemos la última pieza del puzle, y como si de un efecto dominó se tratara, todas las demás encajan a la perfección en nuestra cabeza y nos damos cuenta de que lo hemos tenido delante todo el tiempo y no lo hemos visto venir.

 

 

  • A algunos les parecerá que el final es abierto (a mí también, tranquilidad), pero aunque esto de tener que interpretar yo cómo acaba el asunto suele molestarme, en esta ocasión puedo vivir sin comerme la cabeza elucubrando qué habrá pasado cuando… Ay, lo siento, para saber de qué hablo os toca leeros las poco más de 500 páginas de la novela. Que ya os aseguro que no se leen, se devoran.

 

 

 

Resumiendo, que dice el Maestro: Bajo tierra seca es una historia de odios viscerales y enquistados, de traiciones y venganzas postergadas. La manipulación convertida en arte. Un plan maestro perfectamente orquestado por la mente de una mujer a la que todos creen conocer, pero ninguno conoce. Una novela que aúna lo mejor del thriller y la novela negra, con un ritmo ágil, una trama muy bien armada y muy sólida, con unas descripciones muy cinematográficas y muy visuales, con una ambientación perfecta para encuadrar a unos personajes muy bien construidos, y un desenlace magistral. 

 

 

¿Que todavía no os ha quedado claro si os la recomiendo o no? Pues os lo cuento: entra en mi top para el Día del Libro, pero no solo eso; estoy segura de que se mantendrá para el de la Feria del Libro de Madrid y para las recomendaciones de Navidad. ¿Sabéis por qué estoy tan segura? Porque Bajo tierra seca es un NOVELÓN y Antonia Monterroso un personajazo capaz de despertar y provocar los sentimientos más dispares, una protagonista fascinante e inolvidable.

 

 

Si sois gellidistas, sumergíos en sus páginas sin miedo porque vais a disfrutarla como enanos; que no lo sois, podéis empezar por aquí perfectamente (eso sí, crea adicción y pasareis a formar parte del universo Gellida y del gellidismo extremo; luego no digáis que no os lo avisé). ¡Vamos, insensatos, leedla ya, que para mañana ya vais tarde!

 

 

Por cierto, ahora que nadie nos lee nadie: me juego todos los libros de mis estanterías a que Gellida será Planeta antes de 2028. ¿Apostamos?

 

 

 

 

 

 

 

Autor

 

César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en dirección comercial y marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, en 2011, decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.

 

César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012.

 

Constituía la primera parte de la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne», que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 como reconocimiento a su ardua labor de documentación.

 

En noviembre de 2014 le otorgaron el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre, y en marzo de 2015 apareció su cuarta novela, Khimera. Actualmente sigue escribiendo y colabora como columnista en El Norte de Castilla.

 

La trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre» esta compuesta por Sarna con gustoCuchillo de palo y A grandes males.

 

En noviembre de 2017 publicó Konets, secuela y su precuela de ambas trilogías.

 

En octubre de 2018, con Todo lo mejor inició la bilogía berlinesa, que concluyó al año siguiente con Todo lo peor.

 

En noviembre de 2020 publicó La suerte del enano.

 

En septiembre de 2021 publicó Astillas en la piel y en septiembre de 2022 Nos crecen los enanos.

 

En 2023 se estrenó la adaptación para serie de televisión de Memento mori. Es uno de los mayores referentes de la novela negra, con más de 300 000 lectores, y dirige junto a Dolores Redondo el festival literario Blacklladolid.

Bajo tierra seca se ha alzado con el Premio Nadal en 2024.

 

 

Datos del libro

 

 

 
Título Bajo tierra seca
Autor César Pérez Gellida
Editorial Destino
Publicación 7 febrero 2024
Traducción
Serie

 

 

 

 

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4 Comentarios

  1. Jose

    Un placer leer tus recomendaciones, Montse. He leído casi todos los libros anteriores de Cesar P. Gellida y, por supuesto, no me perderé este. Un saludo

    Responder
    • Montse Martín

      Hola, Jose:

      Muchas gracias.

      Disfrútalo mucho y no dejes de pasar a contarme tus impresiones.

      Un beso.

      Responder
  2. Jose

    Lo leí y me pareció una gozada de libro. No creo que vaya a leer otro mejor este año con el listón tan alto que ha puesto el amigo César. A mí si que me parece interesante la época, quizá incluso mas que los años de la guerra y la posguerra que están más trillados. Por poner un mínimo pero, lo de que un guardia le diga a otro: «lo mismo me da» y el otro responda «que me da lo mismo», tengo mis dudas de que esta expresión la utilizaran por entonces unos guardias civiles en un pueblo de Extremadura, que no digo que no, pero en cualquier caso es una licencia que se permite el escritor y que me parece bien. Un saludo

    Responder
    • Montse Martín

      Hola de nuevo:

      Me alegro de que lo hayas disfrutado.

      Y, ahora, a esperar.

      Un beso.

      Responder

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