Reseña: El corazón del samurái (Carmen Sereno)

por Montse Martín
Publicada el 17 Mar, 2024

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Opinión personal

 

 

Diecisiete meses han pasado desde que leí el último libro de Carmen Sereno. Diecisiete meses que me han parecido diecisiete años por las ganas que tenía de volver a tener una historia suya entre mis manos. Pero por fin ha llegado el día y El corazón del samurái es ya una realidad.

 

 

Dice un refrán que A la tercera va la vencida y otro (perdonadme que use un símil taurino, pero no conozco otro) que no hay quinto malo. En este caso es el sexto y habría que inventar alguno para poder decir todo lo que me ha hecho sentir. Como ya sabéis que hablo peor que muy mal, lo diré a mi manera: El corazón del samurái es lo putomás, lo reputisimomás, lo recontrarreputisimomás y todos los mases que se os pasen por la cabeza.

 

 

En los agradecimientos, Carmen Sereno dice que no puede ser más afortunada por lo bien que la ha acogido Suma. Reconozco que la Sereno ha tenido mucha suerte fichando por un gran sello de uno de los gigantes editoriales del mundo (por lo menos El corazón del samurái estará en librerías y en grandes superficies el día 21, no como ha pasado con sus novelas anteriores, que las lectoras teníamos que peregrinar buscando sus libros. Un recadito para los de antes: ojalá os estéis dando cabezazos contra las paredes durante el resto de vuestra vida, y hasta que a mí me duela, por no haber tratado como se merece a la mejor autora que teníais en vuestro catálogo). 

 

 

Pero, queridas, una cosita os voy a contar (y a Suma, también): más suerte han tenido ellos por poder contar en su catálogo con una ES-CRI-TO-RA-ZA como ella. No creo que haya en este momento más de un par de autoras que consigan transmitir en sus historias tanto como la Sereno.

 

 

Por si queda alguien que no lo sepa, a mí los temas de mafia me vuelven loca. Es verdad que prefiero la Cosa Nostra, la Sacra Corona Unita, la Camorra o la ‘Ndrangheta (vamos, lo que viene siendo la mafia italiana de toda la vida), pero no le hago ascos a la Yakuza ni a las triadas chinas. Las únicas que detesto son la Mocro Maffia y la mafia rusa, posiblemente porque las tenemos asentadísimas en España.

 

 

Pero, como la contradicción con piernas que soy, me gusta la Yakuza pero no me gustan las historias ambientadas en Japón ni en el Sudeste Asiático. Así que El corazón del samurái partía con desventaja. Y como no podía ser de otra manera, Carmen Sereno ha conseguido que yo me trague mis palabras y me ponga a sus pies, y lo hago haciendo mía una frase de Fonda Lee: «el clan es mi sangre, y el pedestal —Carmen Sereno— mi señor».

 

 

Pues os cuento un poco de qué va la historia, que si no esto se me va a quedar muy corto y estoy a ver si bato mi récord de palabras en una reseña (que está en 3000). Pero, sobre todo, quiero/necesito aparecer en la faja de una de las próximas ediciones; estoy segurísima de que habrá varias y de que la Sereno triunfará con El corazón del samurái.

 

 

Ambientada en Washington, Tokio y Vancouver, la historia se desarrolla entre los últimos cuatro meses de 2015 y un epílogo que se desarrolla tres años después. 

 

 

Mia Kobayashi es una periodista del Washington Post que, por culpa de la ambición de un compañero y de su ingenuidad, se ha visto relegada a contestar las Cartas del Director. 

 

 

Su jefe recibe un chivatazo y, como ella es una gaijin, la envía a Tokio para confirmar si el candidato a la presidencia de Estados Unidos está recibiendo dinero ilícito para financiar su campaña.

 

 

Y en Tokio conoce a un periodista y a un policía que la ayudan en su investigación. Pero un día pone en práctica una «genial» idea y no es que pise un callo, es que se lo ha pisado a un oyabun de la Yakuza. Se ha enterado de que este tipo, «la quintaesencia de la Yakuza más tradicional» está «conspirando contra el que representa la modernización de la mafia japonesa». Vamos, lo que viene siendo que se mete en un lío muy gordo, porque estos dos criminales no son unas hermanitas de la caridad.

 

 

Y no os vayáis a pensar que un yakuza se anda con chiquitas. Y, parafraseando al Maestro, «los que pusieron precio a su cabeza… se habían quedado cortos». 

 

 

¿Adivináis quién es el matón «favorito» del conspirador? Exacto: el Samurái. 

 

 

Pues ya estamos todos.

 

 

Quiero hacer un inciso antes de empezar, por un post que puso el otro día la autora sobre un conocido que le había dicho que si seguía escribiendo «novelas mojabragas». Como dije en la reseña de su novela anterior, «yo no soy una asidua lectora de romántica, posiblemente porque lo que he intentado leer en los últimos tiempos no me ha llegado; para que yo me enganche a una novela de este género tiene que tener muchos ingredientes además de una historia de amor que termine bien. Y Carmen Sereno en eso es una maestra; sus novelas no se limitan a chico conoce a chica (se hacen amigos y se enamoran; tienen un flechazo; se odian pero se enamoran después) y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Por ejemplo, en los dos primeros denunciaba el mangoneo de las compañías farmacéuticas,  en Bajo el cielo de Berlín hablaba de racismo y del auge de la ultraderecha en Europa (quién nos iba a decir la que se nos venía encima, con varios países en los que ya gobiernan)» y en Dos formas de escribir una novela en Manhattan criticaba los entresijos del mundillo editorial. En esta desidealiza la imagen que tenemos los occidentales de Tokio y de los japoneses, y nos descubre un mundo desconocido para la mayoría.

 

Pero no era de eso de lo que quería hablaros, aunque necesitaba soltaros ese rollo para poder explicarme bien. A los esnobs de la literatura, solo comentaros un detallito: el día que leyendo una novela de negra y criminal a mí me salga sangre de una herida por arma blanca o de fuego, leyendo una novela histórica me contagie de peste o leyendo ficción contemporánea la nieve me haga ponerme un abrigo, hablamos. Hasta entonces, puntito en boca que estáis muchísimo más guapos.

 

 

Vamos al lío, que es a lo que hemos venido.

 

 

¿Qué me ha gustado?

 

 

  • La cubierta es exquisita. Llama la atención no solo por su belleza, también por su sencillez. Todos los elementos que aparecen en ella tienen relación con la historia. Aunque las anteriores me gustaban mucho, estos tonos pastel van muchísimo más con la esencia de El corazón del samurái.

 

 

  • ¿Y qué decir del título? Cuando esa frase ha aparecido en el libro yo ya tenía un nudo en la garganta difícil de deshacer sin llorar. 

 

 

  • La novela, que sigue un orden cronológico lineal, está estructurada en dos partes (tituladas con los nombres de los protagonistas/narradores), que se subdividen a su vez en 48 capítulos y un epílogo (que como he adelantado, sucede tres años después).

 

 

  • Los temas tratados son muchos y muy variados: 
    • El racismo que sufre Mia en Tokio. A pesar de ser mitad japonesa, para ellos es una gaijin, una mestiza. 
    • La corrupción como mal endémico en el país del sol naciente, con la Yakuza como eje vertebrador del del sistema socioeconómico y político de Japón. Los yakuzas «ya no son matones con catanas, ahora son empresarios respetables».
    • La desmitificación de Japón.
    • La venganza.
    • La crítica al periodismo actual.
    • El contraste entre la modernidad tecnológica, la actividad frenética, la prosperidad económica  y la soledad en la que viven inmersos la mayoría de nipones.

 

 

  • Voy a detenerme un poquito más en el penúltimo aspecto, porque Mia bien podría ser el alter ego de Carmen Sereno, ya que ella es periodista aunque lleve tiempo sin ejercer. «La prensa es la única que puede mantener a raya el poder», pero para eso se necesitan periodistas que salgan a la calle, que se expongan. «Que pisen la realidad y respiren un poco de aire no acondicionado». Es decir, la diferencia entre un periodista de raza y un lameculos.

 

 

  • Y vosotros os preguntaréis si tiene platillos suficientes para tantos palos como toca. Ya os lo adelanto: sí. La Sereno no necesita hacer una tesis doctoral para profundizar en esos temas; le bastan unas pinceladas para obligarnos a posicionarnos de un lado o de otro en el tema que está tratando.

 

 

  • En cuanto al género, sería una novela de suspense romántico, con el romance con más peso que lo «policial», pero con un buen equilibrio entre las dos. Y aquí va otro apunte para que los clasistas se sacudan la caspa: hay más crítica social de novela negra en el capítulo 43 de El corazón del samurái que en la mayoría de las novelas de género que voy a leer este año; y la página 300 es un resumen perfecto de lo que os estoy diciendo (y también de cómo hay que insertar la documentación sin agobiar al lector ni intentar demostrarle todo lo que sabes). El otro día me sacaron tarjeta roja en Twitter por pontificar algo parecido, pero como si me sancionan de por vida. 

 

 

  • El romance es un enemies to lovers (qué sarpullido me acaba de salir), que se cuece a fuego lentísimo y nos va calentando poco a poco el corazón, hasta que nos lo deja en el punto justo de cocción. Pero no por lo de siempre (que se tengan que desenemistar), sino porque tienen un problema gordísimo. No os olvidéis de que el Samurái es un asesino. ¿Y cómo puede alguien asumir que se está enamorando de un criminal?

 

 

  • Hasta ahora, aunque la historia más tierna era la de Dos formas de escribir una novela en Manhattan, mi favorita era la de Nadie muere en Wellington. Pues bien. La historia de amor de El corazón del samurái tiene tantos obstáculos insalvables que se ha convertido para mí en la más especial de las seis. Y no solo porque vamos viendo cómo se va forjando ese amor, también porque es una historia muchísimo más madura (y no solo por la edad de los protagonistas); además, vivimos en primera persona los dilemas morales a los que se enfrentan Mia y el Samurái, cómo van venciendo todas los impedimentos que se cruzan en su camino y… Os lo resumo: he empezado a llorar en la página 213 (podría haber sido antes o después, pero tocó ahí porque ya no podía aguantarme más) y ya no pude parar. 

 

 

  • La historia nos la cuentan dos narradores protagonistas en primera persona (Mia y el Samurái), lo que nos permite conocer sus pensamientos/sentimientos por completo, y sufrir todo lo que ellos sufren, permitiéndonos una inmersión total en la historia. 

 

 

  • El ritmo es el que la novela necesita para que podamos «disfrutar» de la historia de la manera que se merece.

 

 

  • Hay algún giro narrativo y el más importante no lo he visto venir hasta que me ha explotado en la cara. Yo que me precio de descubrir rápido al asesino en las novelas de negra y criminal, aquí estaba tan absorta en la historia que ni me he enterado de por dónde soplaba el aire.

 

 

  • Para hablar de su estilo (no utilicéis pluma, por favor, que da mucha grima) me voy a autoplagiar, porque no sé decirlo mejor (y porque yo lo valgo). «Su prosa nos envuelve, traspasa las páginas del libro, nos remueve, nos sacude y nos emociona. Porque para escribir bonito y que llegue al lector, menos es más; quiero decir, no son necesarios 18 512 adjetivos ni 18 512 frases subordinadas… No. Escribir bien es conseguir que los lectores se emocionen cuando leen, y la Sereno esto lo borda». Como os adelanté el otro día en Twitter, lo suyo es de otra galaxia. «Carmen está no a años, está a siglos luz del resto, no solo de las escritoras de romántica, de la mayoría». 

 

 

  • «En todas las reseñas de sus libros he dicho que los diálogos eran brillantes, “naturales, sin encorsetamientos, dándole a su personaje su propia voz”». Aquí va un paso más allá, y algunas de esas frases nos hacen reflexionar, porque en muchos casos nos ayudan a enfrentarnos a algunos dilemas y nos hacen plantearnos y replantearnos cómo actuaríamos nosotros en su lugar.

 

 

  • Hay algunas escenas sensuales y un par de sexo explícito en las que, como siempre, se mezclan la exquisitez y lo hot (spicy no, por favor). El contraste es de lo más excitante, palabra de india. Y como en ocasiones anteriores, algunas de las más eróticas no tienen sexo. 

 

 

  • En cuanto a los personajes, aunque Mia y el Samurái son los protagonistas absolutos de la historia, todos los que aparecen están perfectamente trazados, son poliédricos, con sus luces, sus sombras y sus contradicciones, lo que los convierte en completamente humanos.
    • Mia es una periodista de treinta y cuatro años que hace apenas nueve meses ha perdido a su padre, que era el pilar de su existencia. Nos la venden como «ambiciosa» y yo no la he percibido así. Tenaz y cabezota, sí, pero como tiene que ser cualquier periodista que se precie.
    • El Samurái… ay, del Samurái no puedo hablaros. Me quedaría cortísima siempre. Tenéis que conocerlo. Solo puedo adelantaros que lleva a sus espaldas una gran mochila (pero sin atormentamientos, ¿eh?). Y que cualquiera en su situación actuaría de la misma manera. Lo que sí os puedo adelantar es que es un gran cocinero y que hace la mejor sopa de miso del planeta. Aunque sea un asesino, ¿quién puede resistirse a eso?:Hay algunos secundarios de lujo.
      • Utsuki Watanabe, un periodista que conoce los bajos fondos de Tokio como nadie. Mia había estado dieciséis años antes en Japón con su padre, pero ahora junto a Watanabe descubre un Tokio desconocido para ella, con «drogas, prostitutas, locales de sadomasoquismo, tiendas de hentai, tours sexuales para extranjeros, timbas ilegales de  mahjong, restaurantes de sushi corporal…». El contraste entre un mundo idealizado y la sordidez más absoluta.
      • Takehiro Fujimoto, el único policía (aunque ya jubilado), en el que Watanabe confía sin reservas.  Es el que le echa una mano a Mia para que tenga claro dónde se está metiendo.

 

 

 

  • La ambientación es una maravilla y uno de los pilares de la novela. No solo hay que contar una historia bonita, hay que conseguir que el lector se la crea y para eso tenemos que sentir que nos sumergimos de lleno con los protagonistas y que vivimos de primera mano lo que les sucede a ellos. Para que una ambientación funcione tan bien como lo hace esta, es necesario documentarse mucho. Pero, sobre todo, hay que deslizar toda esa información sin que se note, sin que el lector tenga la sensación de que se le está dando una clase magistral sobre «japonidad». Nos habla de historia (el período Edo y el Shogunato Tokuwaga), de leyes, de comidas, de costumbres… Me he paseado por Japón sin moverme del sofá y, lo que es aún mejor, no he tenido que buscar ni una sola palabra en Google, porque o bien nos la explica en un inciso (de manera natural, sin que se note que lo está haciendo) o bien pone una nota a pie de página. Pero en ningún momento nos satura con datos que no aporten nada a la trama; todos tienen su importancia. Además, puedo demostraros que esa ambientación de la que os hablo es perfecta, porque nuestros cinco sentidos entran en juego con facilidad: nos deslumbran las luces tokiotas; escuchamos el sonido de la tormenta; olemos la lluvia; se nos hace la boca agua con el sabor de las comidas que prepara el Samurái, y sentimos en nuestra piel el roce de dos cuerpos al amarse. ¿Se puede pedir más? Yo creo que no.

 

 

  • El desenlace… no sé ni cómo explicároslo para que no penéis lo que yo. Hubo un momento que lo veía todo tan negro que le puse un wasap a Carmen en el que le preguntaba si no nos la habría jugado y en lugar de una novela romántica había publicado un dramón. Porque, queridas, aunque no os lo creáis, yo ya no podía llorar más.

 

 

  • El epílogo (os recuerdo que los detesto si no aportan nada, aunque este no es el caso) es imposible que sea más emotivo. 

 

 

No olvidéis que autoplagiarse no solo no es malo, es obligatorio. Como a mí ya no me quedan palabras para hablar de lo que me transmiten las novelas de Carmen Sereno, me voy a parafrasear y a plagiar (porque, como ya he mencionado antes, yo lo valgo).

 

 

Resumiendo, que dice el Maestro: El corazón del samurái es un NOVELÓN, una novela que conjuga a la perfección una historia de amor y suspense, con una prosa exquisita que nos envuelve y nos atrapa entre sus páginas a través de los sentimientos, una forma de narrar y describir maravillosa, y un desenlace a la altura.

 

 

Un libro muy emotivo y lleno de sentimientos, algo que no se debe confundir con sensiblería. Tampoco es un obra ñoña ni cursi.  Es una novela magnífica, muy bien escrita y que nos subyuga a través de la magia de sus palabras, que emociona y que llega dentro. Os puedo garantizar que aunque en la vida real soy una persona hipersensible, cuando leo, pocos consiguen moverme el corazón; y con El corazón del samurái, Carmen Sereno me lo ha tenido subiendo y bajando como un ascensor durante toda la lectura, con un nudo atravesado en la garganta que me ha costado deshacer (y que solo se ha soltado con las lágrimas).

 

 

Dos libros atrás, tuiteé esto: «Carmen Sereno está a otro nivel en Bajo el cielo de Berlín. Qué manera de escribir, qué manera de narrar, qué manera de transmitir, qué manera de describir, qué manera de enganchar». Ella, que no es futbolera, no sabía que estaba parafraseando Motivos de un sentimiento, el himno del centenario de mi Atleti. No solo lo mantengo, sino que ahora, después de haber terminado El corazón del samurái, me reafirmo en lo que escribí sobre Dos formas de escribir una novela en Manhattan («ESTÁS A SIGLOS LUZ DEL RESTO. ERES LA REPUTÍSIMA HOSTIA, Carmen Sereno») y añado: estás en otra galaxia, querida emperatriz. A mí ya no me quedan adjetivos ni universos conocidos o sin conocer; seguro que en algún multiverso sería capaz, pero en este te aseguro que no. Eso sí: para lo bueno, lo malo y lo peor. Siempre. Es lo único que tengo claro.

 

 

No creo que sea necesario, pero por si alguien se ha despistado: me faltan estrellas y manos para aplaudir esta novela y a su autora. 5 estrellas como cinco soles. Un IMPERDIBLE. Corred, queridos, que el 21 de marzo está a la vuelta de la esquina, y os puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que El corazón del samurái estará en mi top 3 del año. En el de este mes nadie le quitará el primer puesto.

 

 

 

 

 

 

 

Autor

 

 

Carmen Sereno (Barcelona, 1982) es periodista y ha trabajado en diversos medios de comunicación y grandes corporaciones.

Un día se dio cuenta de que había demasiadas historias por ahí que debían ser contadas y lo dejó todo para cumplir su gran sueño de ser escritora. Viajar es lo segundo que más le gusta después de escribir. Fotografiarlo todo, lo tercero.

Habla varios idiomas y le apasionan los países nórdicos, sobre todo Suecia. De hecho, lleva la palabra «Estocolmo» tatuada en el brazo, aunque, cuando le preguntan, suele decir que es simbólico para hacerse la interesante.

Está casada y tiene un hijo que, curiosamente, fue concebido en esa ciudad.

Con Maldito síndrome de Estocolmo ganó la primera edición del Premio Chic. Azul Estocolmo completa la bilogía.

Tras Nadie muere en Wellington, Bajo el cielo de Berlín y Dos formas de escribir una novela en Manhattan, El corazón del samurái es su sexta novela.

 

Datos del libro

 

 

 
Título El corazón del samurái
Autor Carmen Sereno
Editorial Suma
Primera edición 21 marzo 2024
Traducción

 

 

 

 

 

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