Reseña: Neko no kokoro y Tras (Raúl Sánchez)

por Ángela Serna
Publicada el 12 Dic, 2019
NEKO NO KOKORO

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Impresiones de lectura

 

 

(dos por uno)

 

Desde que conozco a Raúl Sánchez Alegría han pasado muchas cosas en su vida y en la mía. También algunos libros, surgidos de circunstancias dolorosas. Hoy quiero hablaros de dos libros. Los dos tienen que ver con la pérdida de un ser querido.

 

Primero fue Neko no kokoro, ahora TRAS. El autor quiso entonces, y ha querido ahora, que yo forme parte de ambos libros. Por eso, estas impresiones de lectura son mucho más que impresiones de lectura. Son la compañía que brindo al poeta, a la persona, cuando, «desvalido», necesita un puente entre su dolor y el mundo. 

 

Por primera vez, os acerco dos libros acompañados de los textos (adaptados) que en su día escribí: el primero en la presentación de Neko no kokoro, el segundo, como prólogo de TRAS.

 

 

Neko no kokoro

 

 

Neko no kokoro es un libro necesario, surgido más que nunca de la necesidad de reconstruirse desde el dolor, desde el desgarro que supone la pérdida de un ser querido: una hija de tan solo catorce  años a la que está dedicado: A mi hija, Izaskun Sánchez Alvarez (NEKO NO KOKORO).

 

 

Antes de este suceso, Raúl Sánchez Alegría había publicado los libros Gatera abierta y Que no te detenga la luna: ambos misceláneos: poemas de temática social, intimista, erótica, etc.… Algo entre un cajón de sastre y la caja de Pandora, o como él mismo dice: «una invitación al inconformismo, a ser activos, a perseguir y realizar los sueños, de ahí que haya en ellos un mensaje positivo, vital, necesario sobre todo en tiempos de crisis». Son libros de poemas, libros que contienen poemas. 

 

 

Neko no kokoro, en cambio, es un poemario con una temática definida, clara, única de principio a fin. Cuando Raúl me pasó el manuscrito, hace ya tiempo, y más tarde el libro, lo primero que vino a mi mente fue el poema de César Vallejo, «Los Heraldos negros», ese que dice:

 

 

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

 

De esto trata este libro.

 

Neko no kokoro significa «corazón de gato», pero es mucho más. Seguro que se están preguntando: ¿por qué un título en japonés? ¿Qué evoca? ¿Qué celebra este título?  

 

Lo cierto es que, cuando la vida nos pone ante situaciones límites y arrebata todas las coartadas para seguir, el escritor recurre a las palabras en busca de sanación, pero también para crear un vínculo necesario con ese neko (no kokoro) tan valioso, que se ha ido. 

 

Este libro es la historia de un duelo, pero es más que una historia, es un viaje doloroso hacia un posible renacer mientras la herida supura todavía. Es el viaje de quien escribe marcado a fuego por el dolor y necesita encontrar, para continuar, un sentido a la existencia en los espacios de los antepasados, junto a los suyos, en aquel lugar donde NEKO (el gato) fue un día feliz.

 

Probablemente, este no sea el mejor libro de Raúl, el mejor está aún por llegar, pero su escritura le permite comprender que «en algún momento habrá que recordar a pesar del dolor; recordar a Neko no kokoro sonriendo sin miedo y empezar a reconstruir, a reconstruirse». Ese momento llegará, será posible gracias a este libro que es, además, una invitación para que quienes lo lean emprendan el viaje de sus vidas, pues como dice el autor «solo tenemos billete de ida y hay que buscar la belleza en cuanto acontece».

 

Treinta y seis poemas, distribuidos en seis apartados, ha necesitado Raúl Sánchez Alegría para pasar del impacto y la conmoción de la «Zona cero» a esa otra zona «En construcción», una vez superadas las etapas de «Frío y agua» que conducen hasta «Neko no kokoro« y a la posibilidad de retornar a la vida, al re-encuentro con uno mismo desde el fin: «Omega».

 

Me parece muy valiente y también muy generoso… compartir con los lectores este duelo hecho libro. Gracias.

 

Sirva como colofón de mis breves palabras un poema de la parte titulada OMEGA, en el que hay un guiño a Juan Ramón Jiménez, al poema de Juan Ramón que dice: 

Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando. 

… Se morirán aquellos que me amaron 

y el pueblo se hará nuevo cada año; … 

Y seré otro… 

Y se quedarán los pájaros cantando.

 

El de Raúl suena así:

 

INCOMUNICACIÓN

 

Escucho el rumor del mar.

Los pájaros conversan

ajenos a su sonido.

Nada altera el amor de las aves.

El mar sigue hablándome.

Y la noche aprieta el paso.

Invade mis sentidos.

Escucho al milenario gigante.

Él también digiere naufragios.

Él también sabe

que los pájaros

seguirán cantando.

 

 

TRAS

 

El valor de una preposición

 

Hace tiempo, Raúl Sánchez Alegría me pidió que le acompañara en la presentación de un libro muy especial para él: Neko no kokoro (corazón de gato). En ese libro «escribió» el desgarro que supuso la pérdida de su hija. Fue el 11 de enero de 2019, fecha del primer aniversario, cuando Raúl sintió la doble necesidad de rendir homenaje a la hija y de dar una oportunidad a la vida.

 

Probablemente, Neko no kokoro se escribió para encerrar el dolor en un libro, como «se atrapa» el mar en una caracola, a fin de recuperar el eco de una voz y acariciar, en su oquedad, la ilusión de una presencia. Algo parecido a lo que le ocurrió a la poeta colombiana Piedad Bonnett «tras» la muerte de su hijo Daniel. Algo como lo que debió sentir Joan Margarit «tras» la pérdida de su hija Joana. Como ellos, Raúl Sánchez Alegría necesitó cerrar (escribir) ese tiempo para volver a encontrar, si eso es posible, a la hija de antes. Raúl necesitó entonces escribir desde la herida, sin tiempo apenas para el duelo. 

 

TRAS viene justo después de ese Neko no kokoro, tal y como indica la preposición que le da nombre. De principio a fin, en las cuatro partes que lo con-forman, está muy presente ese «corazón de gato» que cambió todo con su partida dando otro sentido a todas las palabras, incluidas las palabras «Vida», «Muerte», «Amor» y »Fama», título de los apartados en los que el autor ha dividido el libro: «La vida» (14 poemas), «La muerte» (9 poemas), «El amor» (20 poemas), «¿La fama?» (8 poemas). Cuatro partes que podrían ser puntos cardinales o, simplemente, los cuadrantes de un reloj sin tiempo: todo el tiempo del mundo que es también el no-tiempo, el lugar del no-lugar. Cuatro partes que van de la vida a la muerte, de la vida al amor, del amor a ¿la fama? y vuelta a empezar siguiendo el hilo de las horas de un reloj invisible: Cronos esquivando a la Parca.

 

TRAS podría perfectamente prescindir de estos apartados (que permiten al autor romper la línea, marcar la grieta, la fisura), pues en el libro impera el desorden, ese Caos necesario para que un nuevo orden entre a formar parte de la exixtencia aquí y ahora, ya que tras la pérdida solo resta buscar, buscarse, encontrar sentido a la vida, a la muerte, desde el amor, dejando a un lado las tentaciones (¿la fama?): esa efímera ramera que nos hace perdernos.

 

En TRAS, el sujeto poético busca («siempre lo mismo«) de izquierda a derecha en todos los rincones del recuerdo, del sueño, del deseo. Y busca un anclaje, un bote salvavidas ante tanto Mar. Un yo (a veces tú -que también es yo- ellos y nosotros) que parece vivir en un plano paralelo al que ofrece la «realidad» para así recuperar una cierta «rutina», una vida tras. Escritas tal y como llegan, o así lo parece, las palabras son con frecuencia vómito necesario tras la náusea, una purga forzada para depurar y limpiar, para seguir dando guerra, hablando, molestando, para sentirse vivo. Pues ese yo, que ha sentido cómo el polvo vuelve al polvo, sabe que somos agua: 

 

El mar en un cofre

para escuchar

las olas, lo infinito,

lo vivo.

 

Un yo que sabe también que, aunque más viejos, no somos menos tenaces ni más cobardes y tenemos la obligación de levantarnos como el Fénix, re-nacer. Palabras que Raúl Sánchez Alegría se dice una y otra vez hasta convertirlas en Himno, en canto dirigido a los suyos, tras. Porque, aunque, como Sísifo con la piedra, nos precipitemos cada día a un abismo, /en cuyo fondo/ me esperan/ agitados rompientes, sabe que hay que seguir cada día muriendo y re-naciendo hasta el final, incluso convertidos en actores/ de pequeños dramas/ pequeñas comedias/ que se resuelven/ en un acto.

 

Sostiene Raúl que en la hora triste es fácil escribir poesía, ¿fácil?, tal vez sí. Tal vez sea necesario escribir, escribirse, escribirte. Muy necesario, para que ese «neko no kokoro» no muera doblemente, tal y como señala la poeta Piedad Bonnett en su maravilloso poema «Pido al dolor que persevere».

 

 

Colores a la deriva 

 

 

TRAS es un espacio para el Amor, no en vano es el apartado más extenso: ahora toca amarse, ahogar la angustia, escribir, aunque no siempre sea poesía aquello que se escribe: no son poesía estos renglones, / son simplemente/ -a ti que los lees,/ piensas y sientes-/ una llamada.

 

TRAS es un lugar para el retorno, para cuando las tardes huelen a féretro y las noches a carcoma y hambre. Un lugar para conjurar la rabia, el enfado. Un lugar para que los espacios que murieron también regresen. Un lugar para dejar de ser superhombres y ser simplemente seres humanos imperfectos, dolientes, tal vez florecidos.  Pues TRAS es un libro donde aprender que lo esencial no está  en la efímera gloria, en ese ficticio yelmo de oro de Mambrino, lo esencial está en los pequeños actos cotidianos que nos permiten saber:

 

Ahora sé que eres dolor,

que el fuego devora,

abrasa,

quema.

Solo desde aquí, podremos explorar el arco iris, aprender que, tras la tormenta, somos colores/ a la deriva. 

 

 

*

 

 

La poesía es sanadora, es sanación. Este libro ha sido un bálsamo para el autor y también para su familia. De hecho, los tres, el poeta, su mujer y su hija han contribuido a llevar a buen puerto este trabajo. El texto es del padre, la fotografía de la madre (la mujer), la idea, de la hija. ¿Se puede pedir más? Ese ocaso que se ve en la portada y que envuelve al libro, es también la salida de un sol que sigue iluminando sus vidas.

 

Autor

 

Raúl Sánchez Alegría (Vitoria-Gasteiz, 1968). Escritor y divulgador cultural. Ha publicados los libros Gatera abierta (Editorial Octavo Pecado Editorial, Mendoza, Argentina, junio de 2015) y Que no te detenga la luna (Editorial Círculo Rojo, Almería, España, noviembre de 2015).

 

Colaboró en los años 2016 y 2017 en La Fiaca, programa de Radio Vitoria conducido por Patricia Furlong, en el espacio Los malditos del arte. Participa en recitales de poesía en ciudades que ama, conociendo gente y ampliando horizontes, disfrutando el arte de sentir, compartir y crear poesía.

 

Publica mensualmente en la revista digital neoyorquina Visítame Magazine y Revista Poética Azahar, dirigida por el poeta José Luís Rubio.

 

Ha participado en 2016, 2017 y 2018 en el Festival Internacional de Poesía de Vitoria-Gasteiz Poetas en Mayo y en las antologías poéticas del V y VI Festival Internacional de Poesía Vitoria-Gasteiz 100 Poetas en Mayo.

 

Colabora con los colectivos Di-versos (Palencia, España), El hombre que fue jueves (Logroño, España) y colectivo El Casal (Tarragona, Cataluña).

 

Con las poetas Patricia Furlong y Ángela Serna ha participado en el espectáculo Escort, putas eta bezeroak y su secuela Puta poesía.

 

 

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