Reseña: Los amores perdidos (Miguel de León)

por Montse Martín
Publicada el 13 Nov, 2018
Los amores perdidos

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Opinión personal

 

Empecé a leer Los amores perdidos al día siguiente de su publicación, pero como al principio la historia es un poco liosa porque aparecen demasiados nombres y, además, mi cabeza estaba en otro sitio, la dejé. Para más inri, algunas personas me dijeron que esta novela no era para mí, que no me iba a gustar porque no era de mi estilo. Y yo me pregunto: ¿cuál es mi estilo? Porque ni yo misma lo sé.

Un día, buceando en mi estantería de Nubico, me encontré de pronto con ella y fue un flechazo.

Y me puse con ella y me fue seduciendo y hechizando cada vez más, hasta que me descubrí completamente entregada a la historia.

Los amores perdidos es una novela de amor, pero no es una obra romántica, porque tiene muchas dosis de intriga, de costumbrismo, de negra y de todos los ingredientes que os podáis imaginar.

Desarrollada fundamentalmente en un pueblo canario durante más de sesenta años (aunque podríamos extrapolarlo a cualquier ciudad de España durante el mismo período), siguiendo un hilo cronológico discontinuo (con continuos saltos temporales hacia delante y hacia atrás) y con un ordenamiento temporal in extrema res, que nos sitúa en el meollo de la cuestión desde los primeras páginas, está estructurada en tres partes y treinta y siete capítulos.

Utilizando un narrador omnisciente en tercera persona, con una prosa cuidada y envolvente, que hace que la historia fluya ante nuestros ojos cristalina, tiene un ritmo ágil y una trama muy bien imbricada y perfectamente medida, tan precisa como el mecanismo de un reloj suizo.

Los personajes de esta novela, que es casi una novela coral porque en ella tienen casi todos la misma importancia y no puede prescindirse de ninguno porque nos perderíamos una parte de ese mundo mágico que ha creado Miguel de León, están magníficamente caracterizados, tanto física como psicológicamente. He quedado enamorada de Arturo y su particular forma de amar, de María y de Ismael, y la mayoría me han emocionado y conmovido, aunque a algunos los he detestado con todas mis fuerzas.

Esta es una novela de las que dejan huella, de las que nos marcan, y aunque pasen los días seguimos pensando en algunas de las escenas que hemos leído y que en su momento nos hicieron «vibrar».

Porque este libro está lleno de emociones de todo tipo, buenas, malas y regulares: sentimos dolor por el sufrimiento de algunos personajes, impotencia antes las injusticias padecidas por ellos, alegría cuando les suceden cosas buenas, rabia ante la prepotencia de algunos especímenes que pululan por ella, y asco, un asco inmenso, con las maquinaciones del personaje en torno al cual se articula, para mí, la mayor parte de la obra.

Pienso que cada personaje y su historia bien podrían haber sido una novela independiente.

En cuanto a ambientación, tan buena como la de una novela costumbrista, en la que vemos claramente cómo se vivía en todos los aspectos en nuestro país durante más de medio siglo.

El desenlace espectacular y aunque uno de los cabos por cerrar era previsible, he llorado lo que no está en los escritos.

Resumiendo, que dice el Maestro: una novela escrita con una prosa sencilla, sin renunciar a la elegancia, con la que va desgranando poco a poco todo tipo de sentimientos y nos va deshaciendo los nudos de angustia que nos provocan sus vidas; unos personajes poliédricos, con una Dolores Bernal inconmensurable; y un abanico de emociones que nos dejan el alma en carne viva, porque Los amores perdidos es pasión y poesía en estado puro, un libro sublime que no puedes permitirte el lujo de no leer.

 

 

¿La has leído? ¿Te ha gustado? Cuéntanos tus impresiones.

 

 

Autor

 

Miguel de León nació a finales de 1956 en La Laguna, Tenerife. Se crio en el seno de una familia muy humilde, en Valle de Guerra, una zona rural del municipio de La Laguna, a cuya ciudad se trasladó a vivir con diez años, cuando comenzó la enseñanza secundaria.

Mayor de seis hermanos, tuvo que ayudar desde niño a sacar a los pequeños adelante. Repartió periódicos, trabajó en una procuraduría y fue aprendiz administrativo en unas oficinas mientras estudiaba el bachiller con los adultos del turno de noche.

Con quince años, sin haber terminado del todo el último curso de bachillerato, tuvo que desistir de la asistencia a las clases. Fue peón albañil, freganchín y pinche de cocina, camarero, ferrallista, operador de guillotina y foto montador en una litografía y, por último, administrativo en una empresa importadora, hasta el ingreso en el servicio militar. A su término, fue vigilante jurado y se hizo programador informático estudiando por su cuenta. Trabajó como programador y analista informático y fue gestor comercial en una importante empresa nacional de la que salió en 1991 para establecer una pequeña empresa de la que ha vivido hasta hoy.

 

 

Datos del libro

 

 
Título Los amores perdidos
Autor Miguel de León
Editorial Plaza & Janés
Primera edición 21 enero 2016

 

 

 

 

Esta reseña se publicó originalmente el 20 de diciembre de 2018 en el blog Con el alma prendida a los libros (ya cerrado). Como no quiero perder las entradas ni las sensaciones que me dejaron las novelas reseñadas allí, la recupero en esta web sin moverle ni una coma.