Opinión personal
Compré La leyenda del ladrón en la Feria del Libro de Madrid porque soy seguidora de este escritor desde que publicó su primera novela. Además, había mantenido algunas conversaciones con él por Twitter y me apetecía mucho tener un libro suyo dedicado, y aún más conocerle personalmente.
Me emocionó que recordara los tuits que nos habíamos intercambiado con todos los followers que tiene y que cuando me puse delante de él y le dije las «palabras clave», gritase mi nombre.
Escuché los consejos que le dio al niño que iba delante de mi en la fila y todo esto demuestra que Juan no solamente es un gran escritor, es aún mejor persona, y que para él lo más importante son sus lectores. La fama no se le ha subido a la cabeza y me apuesto la mía a que no lo hará (como a otros, que parecen Dios redivivo cuando intentas hablar con ellos sobre su obra, que creen que te están haciendo un favor). No cambies nunca y sigue siendo tan auténtico.
Comparto con vosotros su dedicatoria, porque me hizo llorar: «Para Montse, con muchísimo cariño, para una mujer que paga versos con besos, que me tiene el alma prendida aunque la mía sea blanca y la suya vaya a rayas. ¡Muchísimas gracias por tu cariño y por estar ahí! Un abrazo enorme». Os recuerdo que tiene más de 150 000 seguidores y que no solo se acordó de mi nombre; también lo asoció con el nombre de mi perfil.
Tras cuatro años sin publicar y con la campaña promocional lanzada por la editorial, todos esperábamos ansiosos el libro. El book-teaser era espectacular y la forma de desvelarse la portada poco a poco igual.
El título y la mencionada portada eran muy seductores, y nos invitaban, como poco, a echar un vistazo a su sinopsis, que es la que nos termina de cautivar por completo; aunque, bajo de punto de vista, el nombre del autor ya es reclamo suficiente para comprar la novela.
El tema fundamental del libro es la venganza, algo que, he de confesar, me vuelve completamente loca. Soy una lectora compulsiva desde que, siendo una adolescente, leí El conde de Montecristo; creo que con eso está todo dicho. Bueno no, me falta algo: me ha recordado mucho a la trilogía de Matilde Asensi sobre Martín Ojo de Plata, cuya última parte será uno de los próximos libros en aparecer aquí.
Por lo que respecta al género, lo que he visto etiquetado como novela de aventuras, pero prefiero catalogarla como histórica, porque lleva detrás una ingente labor documental. Siempre me ha maravillado que un escritor que no sea historiador utilice términos de una disciplina que, sin ser la suya, domine con la naturalidad que lo hace Jurado, sin que parezca forzada en ningún momento.
Ambientada en Sevilla en el último cuarto del siglo XVI, la obra está estructurada en prólogo, interludio, epílogo y tres partes, cada una de las cuales está subdividida, a su vez, en capítulos, concretamente 70.
Escrita en tercera persona, con un narrador omnisciente que nos permite conocer los diferentes puntos de vista de la historia según todos los protagonistas, tiene un ordenamiento cronológico temporal, roto únicamente por un pequeño racconto (en el que se nos cuenta la liberación de Miguel de Cervantes de su cautiverio).
Con una prosa fluida y un vocabulario muy ricos (que ponen de manifiesto su evolución en los cuatro años transcurridos entre sus dos últimas novelas), el autor ha armado una trama formada por varias historias entrelazadas (en las que vamos conociendo lo que le va sucediendo a los personajes que pueblan la obra), todas relacionadas entre sí, hasta que terminan cruzándose para formar una única.
El ritmo es ágil, aunque la mezcla de descripciones y diálogos en el texto, junto con el cambio frecuente de escenarios y personajes en los capítulos (algunas veces incluso dentro del mismo capítulo), hacen que en algunos momentos sea rápido. A pesar del predominio de la narración, la acción no se resiente en ningún momento y nos mantiene completamente enganchados a sus páginas.
Los personajes están magníficamente perfilados, tanto los protagonistas como lo secundarios, pero me quedo con Bartolo, con Dreyer, con Zacarías (no podemos olvidar la importancia de los ciegos en las novelas del Renacimiento español) y con la Puños (tampoco la de las prostitutas). La mezcla de personajes reales (Cervantes y Shakespeare, por ejemplo), con ficticios le da un toque muy realista (aunque el autor nos explica que muchos de estos últimos están basados en algunos que existieron verdaderamente).
Respecto a las escenas y ambientes están perfectamente descritos, por lo que podemos sumergirnos sin dificultad en la Sevilla de finales del siglo XVI: los lugares más emblemáticos de la ciudad, la picaresca, los banqueros extranjeros, las bancarrotas de la corona, la Casa de Contratación, la Flota de Indias, la prostitución, la falta de higiene, la abismal diferencia entre la forma de vida de los ricos y los pobres, la imposibilidad de la mujer para trabajar, la peste, las hambrunas, la condena a galeras, la nobleza de sangre y la adquirida…
El desenlace imprevisible, por lo menos para mí, porque aunque estoy convencida que esta es la primera parte de una saga, la historia queda completamente cerrada, y yo pensaba que íbamos a tener que esperar algunos años para conocer el final de la historia de Sancho de Écija.
Las marcas de realidad aumentada son alucinantes (lo siento, sé que es una palabra que no procede mucho en una reseña, pero no se me ocurre otra mejor); te garantizo que, como poco, te sorprenderán (si no te dejan con la boca abierta, como ha sido mi caso).
Autor
Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) es periodista. Ha pasado por las redacciones de alguno de los principales medios españoles.
Sus novelas se publican en más de cuarenta países, se han convertido en bestsellers mundiales y han conquistado a millones de lectores.
En Hollywood hay planes para adaptar varias de ellas a la gran pantalla.
Es autor de Espía de Dios, Contrato con Dios y El emblema del traidor.
Datos del libro
Título | La leyenda del ladrón |
Autor | Juan Gómez-Jurado |
Editorial | Planeta |
Primera edición | 1 junio 2012 |
Esta reseña se publicó originalmente el 1 de agosto de 2012 en el blog Con el alma prendida a los libros (ya cerrado). Como no quiero perder las entradas ni las sensaciones que me dejaron las novelas reseñadas allí, la recupero en esta web sin moverle ni una coma.
Letraherida.
Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros.
Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena.
Aún no lo he terminado, pero es un libro de esos que te hacen acostarte más tarde de lo deseable porque no quieres parar de leer.
Es muy entretenido y se disfruta mucho la lectura. Creo que el autor tiene una gran facilidad para comunicar con una escritura sencilla. Cosa que no es nada fácil.
Dicho esto, el libro, para mi, tiene un fallo garrafal. El leísmo. No me entra en la cabeza cómo es posible que un autor tan reconocido, que ha vendido tantos ejemplares, que ya había publicado varias obras exitosas y que tiene un equipo detrás para edición y corrección cometa esta catetada, del nivel de amoto o cocreta, una y otra vez a lo largo de toda la obra. Es como si estuvieras leyendo tan tranquilo, disfrutando y de repente te dieran un guantazo sin venir a cuento. Además esta obra es de 2012 y ya he leído una reseña de „Reina roja“, otro libro suyo de 2018, en el que se menciona que comete el mismo crimen contra la lengua española. En seis años nadie de su entorno se ha dado cuenta de que hay que corregir esto. Más increíble aún.
Si el autor comete este error al hablar será porque en Madriz se habla asín. Tengo amigos de Madrid y las dos Castillas que cometen este error (y luego los que hablamos mal somos los andaluces. En fin). Pero los libros se corrigen.
Escribiré este comentario por todas las reseñas del libro que vea, a ver si hay suerte y alguien de la editorial o del entorno del autor le hacen el favor de comentarle que corrija esto. Es algo tan fácil de corregir y que a la vez hace tanto mal a un texto.
Igualmente, recomiendo el libro. Es muy divertido de leer.
(Escribo desde Alemania, con teclado alemán y sin corrector en español. Que nadie me venga con el típico „aprende tú a escribir, que has puesto tal o cual“, por favor).