Reseña: De ceniza y musgo (Mary Zurbano Gauna)

por Ángela Serna
Publicada el 6 Jun, 2019
De ceniza y musgo

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Impresiones de lectura

 

Nos acercamos nuevamente al mundo de la poesía. En esta ocasión, de la mano de Mary Zurbano y de su libro De ceniza y musgo. Si tuviera que definir brevemente lo que provoca en mí la poesía que contiene este libro, emitiría primero un grito desgarrador, modulado ligeramente más tarde, y finalmente sincopado a modo de gemido, de llanto. 

 

Alguien me dijo una vez: «cuéntame un libro». Y eso es lo que me gustaría hacer en este espacio dedicado a los libros de poesía. Me gustaría «contar» (entre comillas) De ceniza y musgo, primer libro de Mary Zurbano, que acaba de presentar su segunda edición enriquecida con la inclusión de 12 poemas recitados por la autora. Para ello daré un aparente rodeo (o tal vez sea un atajo, nunca se sabe): Magritte, Shakespeare y Flaubert serán la excusa. 

 

Primera excusa: Magritte. Entre 1928-1929 Magritte pintó su cuadro Esto no es una pipa y nos dejaba desprotegidos ante la representación de una pipa. Hoy, gracias a Magritte, puedo decir, sin que nadie se sorprenda ni se ofenda, que De ceniza y musgo no es un libro. Pues es más de un libro y, como la pipa, es una representación. 

 

Segunda excusa: Shakespeare. Alrededor de 1603 Willian Shakespeare escribía Hamlet y, sin saberlo, inmortalizaba la frase que abre la escena primera del tercer acto.  Me refiero al famoso «to be, or not to be…, ser o no ser…, (esa es la cuestión)». Un dilema que atraviesa la obra y la vida de Mary Zurbano de parte a parte: en la madrugada de mi llegada, mientras flotaba penosamente en el líquido amniótico, me acosaban dos ideas opuestas (dice Mary): SER O NO-SER.

 

Tercera excusa: Flaubert. No sé si les habrá pasado a ustedes: cuando preparaba mi tesis doctoral (hace ya muchos años), visité la biblioteca donde se encuentran los manuscritos de la obra de Gustave Flaubert. Cuando mis dedos tocaron aquel papel, que corría el riesgo de desvanecerse, de convertirse en polvo al solo contacto con mis manos, me sentí…/ Entonces no tuve palabras para expresar lo que sentí, pero supe que era una privilegiada al asistir, aunque indirectamente, a la gestación de la obra del que entonces era mi autor: ¡Aquellas tachaduras, aquellas palabras abandonadas por otras, ese ir y venir por las frases…! Sentí, hoy lo sé, «plenitud», una plenitud sin parangón. 

 

Pues bien, algo parecido me ha sucedido con Mary Zurbano. He tenido el privilegio, con el placer que ello conlleva, de asistir a la gestación de su libro. Cuando Mary me pasó, hace ahora más un año, su manuscrito (no recuerdo siquiera si ya tenía título entonces) fue como entrar en el territorio secreto de la autora… Y cuando me confió el que parecía ser el texto definitivo, el previo a la edición, fue como ver a Mary tumbada en la camilla del psicoanalista e ir desentrañando los mundos que se iban tejiendo y destejiendo entre varias telas de araña. 

 

De ceniza y musgo

 

Y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario

(Ajmátova)

 

Con este verso de Ajmátova nos adentramos en un mundo de espejos, en un libro de ceniza y musgo, donde los opuestos conviven para dar forma al YO construido (deconstruido) por Mary Zurbano. Un yo que se sabe «a la vez homicida y suicida, asesino y verdugo» (Poe). Dividido. Como el rôdeur que Baudelaire inmortalizara en Les fleurs du mal. Debatiéndose entre el «spleen» y el «ideal». Un yo que va de los instintos a la «espiritualidad» porque la incertidumbre, porque el vértigo, porque el laberinto, porque el abismo, porque…, minado por los relojes,

 

el poeta es un fingidor.

(Pessoa)

 

La culpa, el arrepentimiento, la derrota…, el amor (si vamos a morir, mejor que sea amando), tal un conjuro, 

 

Animal soberbio                             

Moneda de traidor                           

Ola cortante                                  

Rata del verso,      

     

 

se nutre de la mentira; sabe que la farsa, máscara con la que camuflo mi psicosis entre gemidos solitarios, es necesaria para sobrevivir en un mundo aciago poblado de «animales». Pero ¿quién puede vivir rodeado de alimañas asediando la caverna de ceniza y musgo? Muerte y regeneración se dan la mano en estas páginas donde todo es escrutado, desmontado, desfragmentado, invertebrado, destruido… por la necesidad morbosa y obsesiva de saber por qué los signos se recomponen, las metáforas se transforman. 

 

Cuatro partes. En el umbral: Cioran, Pessoa y Ajmátova nos catapultan al interior de un libro enigmático, no sin antes traspasar una puerta de doble batiente: una fotografía, que abre cada parte, y una cita, ausente en la última: último tramo del laberinto, último círculo del infierno (voz, a puerta cerrada, «¿huis clos?»), última duna del desierto, último peldaño de una escalera ¿de subida? (invertebrar), ¿de bajada? (vertebrar) donde la autora da un triple salto mortal, en caída libre, al interior de sí misma. Donde

 

la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha…, contradicción.

(Unamuno)

 

Las fotografías, límite y puente a la vez, refuerzan el mensaje: 1) el inevitable yo casi «alado» de una mujer, con múltiples ataduras y el rostro cubierto, junto a una jaula-amenaza; 2) un cielo cargado de nubes, que unos edificios recortan, similar al cielo de los estados del revés que Baudelaire evoca en uno de sus poemas-spleen («le ciel bas et lourd pèse comme un couvercle»); 3) un cuerpo desnudo de mujer, en posición fetal, atrapado en el espejo de una pared (¿Alicia?, ¿Li Bai?) y, junto a ella, la jaula de las bestias y otros agujeros negros; 4) finalmente, «parmi les chacals, les scorpions, les serpents», el buitre (¿Kafka?) trepanando un cielo que amenaza tormenta (Formas). 

 

Todo en el libro es solidario, los textos y los paratextos: las ilustraciones de Marta Extramiana, las fotografías de la propia Mary Zurbano, los títulos de las partes, la imagen de portada… Todo responde a un sentimiento trágico de la existencia escenificado por el diálogo constante entre «el bien y el mal», entre la razón y el deseo, el consciente y el subconsciente. Con la dosis justa de nihilismo para no olvidar que, encima de todos los noes, existe la «esperanza», aunque sea un cadáver; alma con aroma a ilusión infecta. 

 

¿Dejaremos de ser Sísifo algún día en este viaje a Itaca (Kavafis) iniciado por Mary Zurbano?, ¿dejará la escritura, como la vida, de ir a la deriva?, ¿de ser la transcripción de un sueño?, ¿de una pesadilla?: No estoy segura si fue una mariposa

 

el sueño de Chuang-Tse

 

Hay demasiadas voces en esta lucha «a muerte» consigo misma. Cada texto es una performance, un espacio-tiempo que se monta y se desmonta ante el lector dejando al descubierto la evidencia: la vida es una pena de muerte (¿eternos prometeos?); la escritura, como la vida, es efímera. De ahí la exigencia de controlar todo, de desaprender todo para no caer en la tentación de partir. De ahí la urgencia por demostrar(-me) que fui mujer inquieta. Libre, distinta, confusa porque sí. De ahí la necesidad absoluta de ser más allá del tiempo, ese reloj que se suicida entre líneas; de percibirse lienzo blanco. De ahí el deber de nombrarse (¡Trota Mary, sobre el engaño punzante!); de regresar al agua, a la tierra y al aire por siempre inmutables, porque allí donde la nostalgia, la realidad y la incertidumbre dicen que todo se repetirá hasta el aturdimiento, necesitamos saber, perdidos los miedos, qué lugar me corresponde en este final. ¿POR QUÉ? Porque, una vez más, el fin es el principio: Porque todo va, porque nada vuelve…, que me besen constantemente hasta morir.

 

Solo me resta desearles una buena travesía por este oxímoron de agua y fuego que dibuja el título. Por cierto, una vez dentro, no dejen, por favor, de leer entre líneas. Es ahí, en ese territorio de paso hacia la consciencia, donde está el meollo de todo. Como decía Sancho: «al buen entendedor, pocas palabras».

 

Autor

 

Es actriz, escritora, poeta visual, amante de la fotografía, performer… Participa en numerosos Festivales de poesía. Tiene publicado el poemario De ceniza y musgo.

Ella misma dice de sí: «Nazco a las 8 de la mañana a mediados de los 60 en Vitoria-Gasteiz. Soy una piscis irremediable. Con tan solo un día y medio de existencia abandono a mis padres porque no me permiten correr con los lobos, ni hacer de pez salvaje en el fregadero de la cocina. Le digo adiós a mi madre mientras me amamanta; de mi padre, ni siquiera me despido. Les dejé huérfanos de hija… ellos, nunca se enteraron. Hoy en día soy un pez-loba nadando a contracorriente por los ríos del arte y de la vida».

 

Datos del libro

 

 
Título De ceniza y musgo
Autor Mary Zurbano Gauna
Editorial La Única Puerta a la Izquierda
Primera edición 2018

 

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