Opinión personal

 

Alfredo, un profesor de arquitectura bilbaíno residente en París, se entera por un periódico de su ciudad natal que Izarbe, su gran amor, ha muerto ahogada.

Decide regresar a Bilbao,  de donde había huido tras la muerte de su madre, pero se ve atrapado en la investigación de los hechos que produjeron el ahogamiento.

¿Cuál es el secreto que le contó su madre a Alfredo en el lecho de muerte? ¿Por qué Izarbe abandonó a Alfredo sin darle ninguna explicación?

Lo primero que he decir, porque es lo más sorprendente de todo, es que muchos novelistas consiguen un buen final, pero no todos logran escribir un buen principio. 

Félix ha dado un paso más, con un inicio no solamente muy bueno, además sobrecogedor: Alfredo se enteró de la muerte de la mujer que amaba, leyendo el periódico. 

Desde que leí La tumba compartida de Antonia Romero no había leído ningún libro con un comienzo así.

La portada y el título son, cuanto menos, llamativos, sobre todo por el juego de palabras que el autor hace con el color de los ojos de la protagonista (Izarbe) y el color de la ciudad (Bilbao).

Los temas de la novela son el amor (imposible) y la muerte; el primero, el motor de la vida; el segundo, su final. Pero también la huida de Alfredo hacia ninguna parte, porque lo que teme está en su interior.

Lo he etiquetado como narrativa española porque creo que es la única que puede englobar todos los géneros, pero bien podría haberlo hecho como thriller, histórica e, incluso, como un folletín decimonónico, entendido no como algo peyorativo, sino como un género literario.

Estructurada en cincuenta capítulos numerados y un epílogo, está ambientada en París y en Bilbao. La parte del presente se desarrolla en 1914, aunque la novela abarca un período temporal desde el último cuarto del siglo XIX hasta la fecha mencionada; el epílogo corresponde a 1940 (aunque en él se nos narra lo sucedido desde el final de la historia hasta entonces).

Con un narrador omnisciente en tercera persona, con el que tenemos una visión completa de toda la historia, tiene una estructura cronológica discontinua o no lineal, plagada de raccontos y flashbacks (en los que vamos conociendo el pasado de nuestro protagonista y la historia de la ciudad de Bilbao).

Con una prosa muy elaborada y una ardua labor documental histórica, la trama,  muy compleja, porque se compone de multitud de historias enlazadas, está muy bien engarzada.

El ritmo en su justo término para que la historia nos vaya atrapando entre sus palabras, pero todas las intrigas que aparecen en la novela lo agilizan enormemente; estas intrigas, junto con los cortes de capítulos en lo más emocionante, los giros imprevistos y las vueltas de tuerca hacen de La ciudad de los ojos grises un auténtico thriller.

Los personajes están muy bien caracterizados, con unas descripciones físicas perfectas, que los convierten en auténticos retratos;  igualmente sucede con las descripciones psicológicas, con personajes, sobre todo los femeninos, completamente redondos.

La mezcla de personajes reales (Modigliani, Durrio, María de Maetzu, Miguel de Unamuno…) con ficticios está muy bien lograda.

Los escenarios y ambientes perfectamente conseguidos, sobre todo las descripciones de Bilbao y París, lo que la convierten en una obra casi costumbrista, que me ha recordado mucho a algunas novelas de Benito Pérez Galdós.

Me ha llamado poderosamente la atención la importancia que tiene en este libro el arte, principalmente la arquitectura, y todos los edificios históricos que aparecen en él; de la misma manera, la evolución de Bilbao (para mí la auténtica protagonista de la obra) y su conversión en una ciudad industrial, así como los enfrentamientos entre las personas que están a favor del progreso y los que no quieren evolucionar.

He aprendido algunas cosas muy curiosas, como de dónde viene la palabra «alirón» o por qué en la mayoría de las ciudades españolas existe una estación del Norte.

El desenlace imprevisto y sorprendente, gracias a unos cuantos giros literarios que utiliza el autor. Este, aunque ha ido dejando caer algunas pistas a lo largo de la novela para que nosotros intentemos resolver los diversos misterios que contiene entre sus páginas, nos impacta con un final perfecto.

Autor

 

La primera luz que vio fue la del cielo vizcaíno a mediados de la década de los sesenta. Aprendió a leer en Bilbao y a escribir en Portugalete. Tras realizar sus últimos cursos de Bachillerato en Alicante y Don Benito, estudió Derecho en Salamanca donde unos inquietos universitarios fundaron la revista Res Nullius en la que redactó su primer artículo. 

Como fruto de su afición por la fotografía, publicó Villalpando, paisajes y rincones (2002) en homenaje al pueblo zamorano de sus padres. Desde entonces, ha realizado algunas exposiciones y ha colaborado en la revista Paisajes.

Un accidente, que le obligó a permanecer inmóvil durante casi dos meses, fue la causa que le empujó a retomar su pasión olvidada de escribir. 

La obtención de algunos premios con sus relatos, le animó a emprender la aventura de su primera novela: La sangre de los crucificados (2007), protagonizada por el doctor Zúñiga, un peculiar investigador del siglo XVII, que también será el personaje central de su siguiente obra: Muerte dulce (2009). 

En 2012 ha publicado La ciudad de los ojos grises.

Biografía tomada de la página web del autor.

Datos del libro

 

Título	La ciudad de los ojos grises
Autor	Félix G. Modroño
Editorial	Algaida
Primera edición	18 junio 2012

 

 

 

 

Esta reseña se publicó originalmente el 1 de septiembre de 2012 en el blog Con el alma prendida a los libros (ya cerrado). Como no quiero perder las entradas ni las sensaciones que me dejaron las novelas reseñadas allí, la recupero en esta web sin moverle ni una coma.