Sara Velasco Arias
Sara Velasco Arias (Ponferrada, 1954), se licenció en Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid en 1977. Trabajó los primeros años como médica rural en Canarias y municipios de Madrid. Después, como técnica de Salud Pública, participó en la reforma sanitaria de los años 80 en la Comunidad de Madrid.
Tras formarse en psicoanálisis, ejerce clínica psicoanalítica desde hace veinte años en Valencia. Simultáneamente, es docente en institutos de formación sanitaria en varias comunidades autónomas; en la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid; en la Escuela de Estudios de Salud de la Comunidad Valenciana y en Máster de Igualdad en la Universidad del País Vasco y en la de Gran Canaria. El Programa de Atención Biopsicosocial al Malestar de las Mujeres, que diseñó e impartió varios años en la Región de Murcia y posteriormente en Asturias y Valencia fue seleccionado y publicado en 2008 como experiencia de buenas prácticas para la Comisión Europea.
Ha escrito ensayos sobre salud, género y psicoanálisis que son referentes en el medio sanitario, universitario y Cátedra de la UNESCO.
El arco de la histeria. Medicina rural en La Palma, 1978
Novela basada en hechos reales. Podría ser un “ensayo lírico”, nuevo género literario que propone David Shields en Hambre de realidad.
En 1978, un grupo de médicos jóvenes ocupó una plaza rural en Canarias. Querían dar vida a una utopía y lo intentaron impulsados desde un colectivo revolucionario de medicina alternativa de la Universidad de La Laguna (Tenerife). En Tijarafe, un pueblo de campesinos de La Palma, la vida cotidiana recrea estampas del siglo XIX. Ponen allí en práctica la clínica más humanista de que son capaces y métodos de una nueva salud pública. Acaban incomodando a las fuerzas vivas conservadoras de la isla.
Doña Sarita, la médica, relata en primera persona y de forma apasionada, casos clínicos complicados, algunos sobrecogedores, que le dejaron profunda huella en la construcción de su identidad. Relata, además, cómo el equipo médico funciona en comuna, tanto en el trabajo como en la convivencia.
Durante un tiempo, la experiencia comunera de Tijarafe fue para los estudiantes de medicina de la Facultad de La Laguna y los médicos jóvenes canarios, un paradigma de la utopía que pudo rozarse con la punta de los dedos.
