Jackie Valand
Nací en 1989 en la tierra de Benito Pérez Galdós, mis amadas Islas Canarias. Estudié Integración Social, siguiendo mi sueño de ayudar al mundo. Sin embargo, en algún momento descubrí, que lo que realmente me apasiona, es contribuir a ello a través de la escritura.
Comencé mi andadura probablemente más tarde de lo “normal” y de una forma algo peculiar; escribiendo fanfics en foros de internet. Descubrí un maravilloso mundo en el que, todo lo que tenía que decir, contar y aprender, lo podía hacer a través de un personaje. Me volví adicta a las historias y a esa forma de enviar mensajes de esperanza y lucha por los sueños, mezclada con un poquito de amor.
Actualmente vivo en un pueblo de Tarragona, mientras llevo a cabo mi próximo proyecto: Llenaré tus días de vida. Una historia inspiradora.
Leo incansablemente, y me sigo enamorando del único libro que me he decidido a publicar: La luz de tu mirada (2016). Un apasionante viaje a través de las emociones y unos personajes de los que no logro desprenderme.
Escribo al amor, a los sueños y a la vida, pretendiendo sumergirte en una montaña rusa de emociones que no te deje indiferente.
La luz de tu mirada
Lo primero que me advirtieron antes de comenzar mis prácticas de psicología en el “Centro de Salud Mental: La Cascada”, fue que no podía, bajo ningún concepto, involucrarme personalmente con un/una paciente. Pero claro, si hubiera hecho caso, no tendría nada que contar.
Soy Dulce Andrade, una chica de lo más común, estudiante universitaria y futura psicóloga (o no), y ésta, es la historia de cómo mi mundo “perfecto” y “normal”, se vio abruptamente irrumpido por ELLA; la princesa de cuyo cuento se sentía bruja.
Hermosa, misteriosa, fría, ausente, vacía.
Loca.
Esto no es un cuento de hadas, yo no soy un príncipe azul, y lo más parecido que tengo a un caballo blanco, es un precioso Husky Siberiano llamado White (más guapo e inteligente que cualquier caballo). Así que, no. No es un cuento de hadas. Es la historia de dos personas, encontrándose en una realidad que las separa, con una lista de sueños por cumplir y un amor sobre el que no estamos acostumbrados a leer: el amor hacia uno mismo.
“Me atravesé en su camino, como la primavera se impone ante el invierno; frenándolo despacio y en silencio».
