Tom, el fuerte.

Todos lo hicieron mal

La historia se desarrolla en una ciudad –sin nombre– en el sur de Estados Unidos entorno a los años ’60.

La novela narra la relación entre tres miembros de una misma familia: padre, madre e hija. Relación queda truncada hace años por una enfermedad depresiva de la madre, cuando la hija –Jill– era una niña de 8 años de edad. El padre –Larry– centra su atención en el cuidado de su esposa –Amanda– y en el trabajo para tratar de sobrevivir, quedando la hija en un segundo plano desde donde ella, la hija, crece en su propio mundo buscando la compensación afectiva como puede.

La burbuja aparentemente normal, estalla cuando Larry descubre que su hija –ya de 16 años– está tatuada en la zona baja de la espalda con el nombre de un chico. Esto le pone contra las cuerdas pensando que su hija se le está yendo de las manos y decide recuperarla negándole la relación con ese muchacho, unos años mayor que ella y con fama de vividor en la ciudad. Mientras que trata de resolver este asunto, aparece en su vida una ocasión de negocio con el que podrá ganar suficiente dinero para curar a Amanda y cambiar de vida, convirtiendo por esta razón al negocio en el objetivo supremo de su vida, obligando a que todo esté subyugado a esa prioridad. Las cosas se van a complicar a toda velocidad y sus vidas se convertirán en un huracán que lo barre todo a su alrededor.

La novela presenta al lector las posibles consecuencias de un comportamiento destemplado, sin reflexionar sobre los hechos o por dejarse llevar de ciertas reacciones primarias. Las consecuencias son aún mayores cuando la relación es intrafamiliar y las razones son por amor, que parece que siempre se justifican más o mejor.

La trama es dura, con diálogos rápidos y bien definidos. Hay momentos muy emotivos por su dureza y la narración de los hechos. Es una novela ágil llena de metáforas muy expositivas que explican con rapidez lo que el autor quiere decir.