Federico Artigas Hierro
El autor, Federico Artigas, nació en Terrassa en mil novecientos cincuenta y cuatro en el seno de una familia catalana y siguiendo la tradición familiar dedicó su formación académica y laboral a la industria textil. Llegó a conocer que ha sido la séptima generación de Artigas que se dedicaban al textil, resultando que el primer antepasado conocido era un comprador de lana que viajaba en diligencia de cuatro caballos, constantemente comprando por toda la Península y negociando los precios y cantidades, en aquellas épocas pretéritas, directamente con ganaderos y pastores. Su colaboración al textil nacional consistió en fabricar productos textiles de moda de una gama tan sofisticada y de tanta exclusividad que consiguió invertir los flujos de comercio actual y exportar tejidos a China, algo que para muchos profesionales del sector parecía una situación de ciencia ficción.
Pésimo estudiante de Literatura, era un hombre, un niño entonces, predestinado a Ciencias más que a Letras, no entró en las fauces de la cultura literaria hasta su mayoría de edad cuando se convirtió en un devorador de libros, en un lector de un libro a la semana, siendo, como él ha querido bautizarle, la “novela de ciencia política ficción” su género preferido.
El principio del fin
¿Qué puede impulsar a un hombre, a un loco, a cometer un atentado donde mueren cientos de miles de personas? ¿Qué se esconde detrás de la maldad de este lobo solitario? ¿Cómo escoge sus objetivos?
Lo que sí sabemos es cómo los alcanza. En los cuatro primeros atentados: Un supermercado de Carabanchel, la Catedral de St. Paul donde en su día se casaron Carlos de Inglaterra y Diana Spencer, el Aeropuerto JFK y Manhattan y por último en La Meca en plena celebración del “Peregrinaje Mayor”, él es el brazo ejecutor.
Pero en “su obra maestra”, el atentado de los atentados, sólo quiere actuar de espectador. Para llevarlo a término escoge a un colaborador de élite y en una situación que solo puede conducir al Infierno.
Una desenfrenada carrera por toda Europa y por Medio Oriente no consiguen detenerle a pesar de la colaboración de todas las fuerzas de occidente. Solo las visiones y la intuición de un modesto Cura de pueblo conducirán a la detención de la catástrofe apocalíptica.
