David Jiménez Martínez, el Tito
Mi nombre es David Jiménez Martínez (12/10/1978), estoy casado y soy padre de dos niños de 8 y 4 años. Mi ciudad natal es Cartagena, pero por motivos laborales resido en Castellón desde hace tres años. Poseo la titulación de licenciado en Biología, aunque desarrollo mi trabajo en Vigilancia Aduanera (SVA), un cuerpo policial adscrito a la Agencia Tributaria y que se encarga de la represión del contrabando. En mi caso concreto, al pertenecer al servicio marítimo, navego en embarcaciones rápidas y, sobre todo, nos encargamos de abordar naves sospechosas de transportar droga.
Mi primera incursión real en el mundo literario fue una colaboración semanal en @castellónnoticias escribiendo sobre novela negra. Posteriormente, participé en un concurso de microcuentos, organizado por Ediciones De Letras, consiguiendo que los cinco que presenté se publicaran en «II Concurso de microcuentos». También colaboré en la revista digital The Crow Magazine, donde se publicaron algunos relatos de género negro.
Mi primera novela, «Muertes de sobremesa», ha sido publicada por la editorial ACEN y ha tenido la suerte de contar con una gran acogida que me llevó a participar en el último certamen de Castellón Negre.
Muertes de sobremesa
¿Puede un asesino en serie, después de dieciocho años, regresar y convertir a sus víctimas en verdugos?
El inspector Marcial Lisón, un peculiar policía cuyo único amigo de verdad es su inseparable galgo, se verá obligado a retomar una investigación que le explotó en la cara cuando, a mediados de la década de los noventa, tan sólo era un simple agente a las órdenes del inspector Villanueva. Cuando Lisón ve el cuerpo desnudo de Enma, la mujer de Villanueva, sentado frente a la mesa de la cocina, con dos tazas de café y el dedo anular amputado, ya sabe que el asesino del café ha vuelto.
La enrevesada investigación, que obliga a negociar con los recuerdos más ocultos de su mente, conducirá a Marcial a descubrir que su relación con el asesino del café trasciende más allá de lo meramente profesional.
El asesino del café no es sólo un caso sin resolver del pasado, sino su pasado sin resolver.
