Reseña: La madre de Frankenstein (Almudena Grandes)

por Montse Martín
Publicada el 11 Feb, 2020
La madre de Frankenstein reseña

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Opinión personal

 

 

La semana pasada os contaba en el combo de reseñas exprés de febrero de 2020 que iba a empezar La madre de Frankenstein de Almudena Grandes y que no sabía si iba a ser capaz de reseñar la novela o no, porque es la primera vez que hago una entrada de una obra de mi escritora favorita. Y aquí estoy, con más miedo que vergüenza (y con mucho de ambos) para contaros qué me ha parecido la quinta  entrega de los Episodios de una guerra interminable.

 

 

Lo mal corregida que está esta novela fue lo que me llevó el otro día a explotar y a hacer una entrada pidiendo respeto a los lectores. Porque si a una de las más grandes le corrigen su obra de mala manera, ya nos podemos imaginar cómo estarán las demás. No voy a repetirme, pero esto ha sido la gota que colmó el vaso de una paciencia de la que carezco. 

 

 

En La madre de Frankenstein, basándose en un caso real, Almudena nos cuenta la historia de Germán (un médico español que se exilió poco antes de terminar la Guerra Civil), de Aurora (la parricida) y de María, una joven que nació y ha pasado casi toda su vida en el manicomio de Ciempozuelos.

 

 

Siguiendo un hilo cronológico totalmente roto, tres narradores protagonistas en primera persona nos van desgranando sus historias y las de su entorno, durante un período de tiempo que abarca más de cincuenta años.

 

 

Y la historia de una España aun más gris que la de la década precedente (porque la novela se desarrolla fundamentalmente en los primeros años de los 50, aunque nos remontemos hasta los inicios de la II República y lleguemos hasta los primeros años de la Transición), una España llena de silencios y de miedos, en la que los españoles ya se habían resignado a vivir bajo el yugo opresor de una dictadura apoyada en la alianza entre el poder político y el eclesiástico, una alianza entre la Iglesia y el Estado que hoy, a principios de 2020, todavía no hemos terminado de romper.

 

 

Vamos al lío:

 

 

¿Qué me ha gustado?

 

 

  • Reencontrarme con personajes de Los pacientes del doctor García (ya sabéis que a Almudena le gusta que personajes de un episodio aparezcan en otro). En este caso Germán es el cuñado del doctor García y, aunque él apenas aparece, sí lo hace Rita, que es la hermana de Germán.

 

 

  • La utilización de los tres narradores y la infinidad de personajes que aparecen en la novela, de la que conocemos cómo ha sido su vida en la mayoría de los casos. El peso casi absoluto lo lleva Germán (porque las partes en las que la autora les da voz a María y a Aurora son más cortas) y en torno a él se articulan todos los personajes y todos los temas abordados: Germán es el exiliado (y con él conocemos lo que es la soledad y la añoranza del expatriado), él es el que vive en Suiza con una familia judía (y a través de él nos enteramos de la historia de los Goldstein, una familia judía alemana y cómo fue su vida con el ascenso al poder de Hitler), los avances de la psiquiatría, la II República y la Guerra Civil (cómo lo vivió él junto a su familia y los sacrificios que tuvieron que hacer); incluso María y Aurora, aun siendo protagonistas, lo son por la relación que mantienen con él.

 

 

  • Almudena ha innovado centrando la historia en Aurora, porque anteriormente la mayoría de los novelistas que habían escrito sobre el tema habían puesto el foco en su hija, la víctima. Al hacerlo la humaniza, aunque a mí particularmente es un personaje que no me ha provocado ninguna empatía, posiblemente porque su enfermedad le provoca esa megalomanía que no he soportado.

 

 

  • El homenaje que le hace a Galdós, sobre todo a su Fortunata y Jacinta, comparando a María con una de ellas en algunos pasajes de la novela.

 

 

  • Cómo ha tratado el tema de la eugenesia y las diferencias entre la que se puso en práctica aquí y la del nazismo. Aquí el peso del nacionalcatolicismo era demasiado fuerte como para consentir las esterilizaciones; los bebés tenían que nacer (porque los médicos que la practicaban serían unos malnacidos, pero ellos eran católicos de misa de doce y de golpes de pecho, que lo cortés no quite lo valiente); empezaron haciéndolo en la guerra arrebatándoles los hijos a las presas  republicanas (para que se criaran en «hogares de bien») y lo han seguido haciendo hasta antes de ayer por la tarde. Espero que médicos, curas y monjas paguen algún día todo el daño que hicieron quitándoles esos niños a sus madres por el mero hecho de que ellos (que estaban bendecidos por la gracia divina y tenían el poder de discernir entre el bien y el mal) decidían quién era o no apto para el cuidado de un niño. La madre que los abortó un millón y medio de veces.  

 

 

  • Haber leído sobre la Desbandá de Málaga un poquito antes de que se cumpliera su 83 aniversario ha sido espeluznante. Fundamentalmente porque ha sido un episodio silenciado durante muchos años (de hecho, muchos familiares de los asesinados allí han pensado durante toda su vida que fue el ejército republicano el culpable cuando fue una ofensiva de Queipo de Llano y de las tropas franquistas para tomar Málaga). Es un episodio «anecdótico» (entendido como que no tiene mucha trascendencia, porque fue una masacre) en la novela, pero ahí nos damos cuenta de cómo saber la verdad sirve para poder cerrar las heridas.

 

 

  • La utilización en muchas ocasiones del estilo indirecto para contarnos historias que han vivido algunos de nuestros protagonistas en primera persona. A mí es algo que me suele molestar, porque prefiero el directo y vivir la historia en el momento, pero la Grandes es una maestra contando historias y sumergiéndose hasta el fondo en los ambientes y en los personajes, por eso logra transmitirnos tan bien lo que están sintiendo y, por ende, que nosotros experimentemos sus alegrías, sus penas, sus miedos y sus frustraciones.

 

 

  • La contraposición entre la libertad de la que ha disfrutado Germán durante 15 años en Suiza y el choque que le produce encontrarse con esa España llena de silencios de la que hablaba al principio. Cuando mantiene conversaciones con sus colegas él se explica de la misma manera que  lo hacía en el país helvético, y lo miran raro; para él es complicado aprender a vivir teniendo que utilizar filtros para poder expresarse.

 

 

  • Es un libro lleno de lugares comunes, pero están tan bien tratados y tan bien manejados que dejan de serlo. De todas formas, si no tocase todos esos temas la novela se hubiese quedado coja: la homosexualidad en esa época, la situación de las mujeres y el machismo, los nazis y los judíos, la locura, el poder de la Iglesia en todas las instituciones…

 

 

 

  • Los personajes que componen esta novela, casi coral, porque no los he contado pero calculo que conocemos la vida (con mayor o menor intensidad) de, por lo menos, cien. Hay muchos ficticios, pero otros son reales, y todos están tratados con el mismo rigor histórico y el mismo mimo. Vayamos con algunos de ellos:
    • Como ya he mencionado, podríamos decir que Germán es el protagonista casi absoluto y alrededor de él giran el resto de historias y personajes; él sería una especie de hilo conductor que relaciona e imbrica toda la novela; es un psiquiatra exiliado que retorna a España para trabajar en un manicomio de mujeres; después de quince años fuera de su país, el choque es brutal; la mejor definición para él sería la de una buena persona en todos los aspectos.
    • Por otro lado tenemos a María, una joven que lleva toda la vida viviendo en el manicomio, porque su abuelo fue el jardinero; a pesar de que parece una chica inocente, cuando la conocemos ha decidido tomar ya las riendas de su vida; para mí posiblemente es el personaje más entrañable de la novela.
    • El otro gran personaje es Aurora; cuando la conocemos lleva internada en el psiquiátrico más de 20 años; sus monólogos delirantes ponen los pelos de punta; no he conseguido empatizar con ella en ningún momento, aunque me quito el sombrero por cómo ha sabido meterse la autora en los laberintos de la mente enferma de una asesina (o en la mente de una asesina enferma).
    • Y tenemos algunos secundarios de lujo, como la hermana Belén, una monja que no lo parece por sus ideas y para la que el bienestar de las internas está por encima de todo. Y su contrapunto, la hermana Anselma, a la que le habría retorcido el cuello si hubiese podido. Y Eduardo, que me ha robado el corazón desde la primera vez que aparece.

 

 

  • Que estos personajes (los que pertenecen al bando perdedor y, por tanto, están señalados) no se arredran con tal de conseguir lo que necesitan, cómo buscan sus triquiñuelas para poder engañar (buscando el bien de otros) a los que les impiden avanzar.

 

 

  • El homenaje que hace Almudena a las mujeres que vivieron esos años de la dictadura franquista. Porque los hombres lo pasaron mal, pero las mujeres estaban aún más sometidas y reprimidas/oprimidas que los varones, ya que tanto la Iglesia como el Estado se encargaron de no solo quitarles sus derechos más elementales solo por el mero hecho de haber nacido mujeres sino que, además, su cuerpo era pecado y tenían que avergonzarse de él. En la novela aparecen mujeres que disfrutan de una sexualidad plena como nosotros en la actualidad, pero ya sabéis qué nombre se utiliza para referirse a ellas. Las mujeres de esta época son las que han vivido más coartadas, porque sus madres fueron libres y sus hijas también recuperaron esa libertad perdida.

 

 

  • Porque un buen ejemplo de eso en la novela es que cuando Germán quiere probar la clorpromazina (un medicamento que atenuaba los síntomas de algunas enfermedades mentales como la esquizofrenia), entre Vallejo-Nájera y López Ibor deciden que antes de probarlo con mujeres, mejor que se beneficien hombres. Teníamos pocos derechos hasta para curarnos.

 

 

  • La ambientación es una maravilla en todos los aspectos: la España gris y resignada a una dictadura, el manicomio (los monólogos de Aurora y sus delirios son para enmarcarlos), la situación de la mujer que ya he mencionado, el poder de la Iglesia y su intromisión en todos y cada uno de los aspectos de las instituciones, las teorías de los eugenesistas… Y, por encima de todas las cosas, el odio al diferente, bien por ser mujer, por su condición sexual, por tener otras ideas…, cualquier excusa era buena para señalar al que no es como el que tiene el poder en sus manos.

 

 

  • Aunque yo hubiese preferido que el final no hubiese sido tan abrupto y la parte IV me haya parecido un pegote demasiado extenso, todo queda perfectamente cerrado y ninguna historia se nos queda sin conocer su resolución.

 

 

 

¿Qué «me» ha fallado?

 

 

  • La IV parte de la obra, la que lleva el título de la novela (La madre de Frankenstein) me ha parecido un epílogo y a mí los epílogos tan largos  y en los que se da tantísima información no me terminan de llenar. Y menos con un salto temporal de más de veinte años y en el que tiene que ponernos al día de todo lo que ha sucedido en un período de tiempo demasiado extenso para mi gusto. Es posible que la Grandes lo haya hecho para ir generando expectativas en el lector, pero a mí me ha chafado ese final y ha provocado que le baje media estrella a la novela. 

 

 

  • La corrección, como ya he adelantado, es pésima, y me da mucha pena que una novela de esta envergadura, que creo que es uno de los lanzamientos estrella del año de la editorial, se nos venda a los lectores en tan malas condiciones. Aquí una muestra, aunque la novela está plagada de faltas. Este libro cuesta en digital 13 euros y considero que los lectores (perdonad que me repita) nos merecemos un respeto y que nos vendan libros bien corregidos. De todas formas, como considero que esto es culpa de la editorial (y salvo excepciones así lo valoro) no voy a tenerlo en cuenta a la hora de puntuarla. Dejo un botón de muestra:

 

 

 

LA PEGABA FRANK

 

 

 

Resumiendo, que dice el Maestro: La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, quinta entrega de la serie de los Episodios de una guerra interminable, es una gran novela (aunque para mí no ha llegado a ser un novelón), en la que la autora, aprovechando un parricidio real, nos hace un retrato fidedigno y exhaustivo de la España de principios de los años cincuenta, una España gris y silenciosa, y de la locura en todas sus variantes; también de la situación de la mujer, que salía de la «dictadura» patriarcal para caer en la «matrimonial», sin poder disponer de su propia vida (porque para hacer cualquier cosa necesitaban la autorización de un hombre). Pero no solo se limita a esa época: también nos lleva a los inicios de la II República, nos pasea por la Alemania de antes de la Segunda Guerra Mundial y nos relata uno de los mayores genocidios de las tropas franquistas, como el episodio de la Desbandá. Muy recomendable: 4,5 ⭐️.

 

 

 

Autor

 

Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla.

Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón, El corazón helado y Los besos en el pan, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea.

Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée.

En 2010 publicó Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), primer título de la serie Episodios de una Guerra Interminable, a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014) y Los pacientes del doctor García (2017; Premio Nacional de Narrativa).

 

 

 

Datos del libro

 

 

 
Título La madre de Frankenstein
Autor Almudena Grandes
Editorial Tusquets
Primera edición 4 febrero 2020
Serie Episodios de una guerra interminable

 

 

 

 

 

Puedes encontrar a Montse Martín en Lector Cero. Si quieres un informe literario o una corrección de tu novela, puedes contactar con ella aquí.

 

 

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11 Comentarios

  1. Carmen

    ¿Y si te digo que no he leído ninguna de las entregas? Lo sé, no debería ser así pero empezó dándome algo de pereza y ahora me da mucho respecto. Algún día pondré remedio.

    Responder
    • Montse Martín

      Hola, Carmen:
      Pues no me sorprende, de verdad, porque a mí me gusta más Almudena ficcionando que historiando.
      A mí se me atascó el de «El lector de Julio Verne» y por ahí sigue estancando.
      Un beso.

      Responder
  2. Concha Yunta

    Maravillosa reseña. Tendré que leer la novela, aunque sé que me traerá demonios de vuelta a casa. A mi abuela en 1942 le robaron un bebé en la cárcel de mujeres de Ventas. Era una presa republicana. Lo dicho. Maravillosa reseña.

    Responder
    • Montse Martín

      Hola, Concha:
      No sé ni qué decir, de verdad, porque no hay palabras para consolar de semejante horror.
      No hay cárcel republicana, por ese lado puedes estar tranquila.
      Un beso.

      Responder
    • Elvira de Rosales

      Querida Montse: He leído tu reseña, que me parece estupenda, de La madre de Frankenstein. Aún no he conseguido la novela, pero la tendré en breve. Comentas que hay errores en la correcciones y pones un ejemplo de ello. Pero eso es, precisamente, lo que querría comentar contigo. En «la pegaba, la empujaba,…», para mí no hay error. «La», en esos casos que citas, es el CD, no el CI. Si hubiese dicho Almudena: «la pegaba una paliza», ya no. Porque «la paliza»pasaría a ser el CD y «la»el indirecto, que habría, por lo tanto, que sustituir por «le». No sé, es mi opinión. Échale un vistazo y me cuentas. Gracias por tus comentarios.

      Responder
      • Montse Martín

        Hola, Elvira:
        Muchas gracias, espero que la novela te guste tanto como a mí.
        En el caso de «la empujaba» está bien, pero no en «la pegaba», porque lleva el CD implícito y la persona es CI.
        Te mandé un correo cuando vi el comentario para contártelo con un enlace incluido. Búscalo también en spam y me cuentas.
        Un beso.

        Responder
  3. ISABEL

    A mi en general me gusta Almudena Grandes. Pero no siempre. «Los pacientes del doctor García», la última entrega, me aburrió bastante. Me daba la sensación de que hablaba de hechos que no conocía bien, de personajes muy poco reales, y después de leer tu reseña, tengo claro que no voy a leer «La madre de Frankenstein». Si ya se me hizo pesado el Doctor García, otra novela donde aparece el mismo personaje, con un epílogo larguísimo y lleno de lugares comunes, pues menos aún. Creo que empezó muy bien con «Inés y la alegría» y ha ido manteniendo el tono, hasta la última y ésta, por lo que reseñas que sigue siendo más de lo mismo.De cómo se pasó tras la posguerra, todos tenemos referencias de abuelos, tías de 90 años como mínimo… a Almudena le pilla muy lejos ya. Y a mí me parece muy cansino , televisión, cine, series, novelas, con el mismo tema otra vez. Y sobre todo, conociendo lo parcial que es su punto de vista. Ni los que «perdieron» lo pasaron tan mal ni los que «ganaron» lo pasaron tan bien. Lo dejaré para el verano, pero si es tan parcial como lo pintas, no creo que lo leas

    Responder
  4. Susana

    ¿Es necesario haber leído las novelas anteriores (Episodios de una guerra interminable)?

    Gracias

    Responder
    • Escaparate Literario

      Hola, Susana:
      En este caso no es necesario. Hay personajes protagonistas de algunas que aparecen como secundarios en otras, pero no te vas a perder por no haber leído las anteriores.
      En este libro, el protagonista es cuñado del protagonista de «Los pacientes del doctor García». Ahí se acaba todo lo que necesitas saber (y te lo va a explicar la autora).
      Un beso.

      Responder
  5. Patricia Luxemburgo

    Pues yo encuentro encantador el laísmo manifiesto del pesonaje-autora

    Responder
    • Montse Martín

      Hola, Patricia:
      Puede resultarte encantador, pero una escritora de su calibre no puede permitirse esas faltas de ortografía. Y menos en una novela que vale 13 euros en digital.
      Un beso.

      Responder

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